Víctimas

Residencia Mamá Margarita, Béjar

Redacción i-bejar.com
Julio 17, 2008

El pasado domingo, Javier Marías publicó un fabuloso artículo en El País Semanal titulado El pelma ante los plastas. “Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y soporífero”, acusaba Marías a los partidarios del llamado “lenguaje no sexista”. Y no

La Voz de Salamanca (Miguel Ángel Andrés) / El pasado domingo, Javier Marías publicó un fabuloso artículo en El País Semanal titulado El pelma ante los plastas. “Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y soporífero”, acusaba Marías a los partidarios del llamado “lenguaje no sexista”. Y no sin razón. En relación con la polémica suscitada por el famoso lapsus de la ministra Aído, el escritor madrileño dejaba claro que existen vocablos invariables cuya terminación en a o en o no indica género, y afirmaba que decir miembra sería tan “estúpido” como utilizar persono, colego o víctimo.

Sin dudarlo ni un minuto, recomendé el artículo antedicho a uno de esos tipos que Marías llama plasta, con la esperanza de que se rindiera ante la evidencia de los hechos. Como anticipo le sugerí el uso de persono y víctimo; el pelmo omitió referirse al vocablo persona -siguiendo sus postulados, discriminatorio para los hombres-, pero se atrevió a rebatir la utilización de víctimo. Según él, víctima acaba en a porque las mujeres históricamente han sido discriminadas. Ésa fue su brillante argumentación, tan atrevida, al fin y al cabo, como su ignorancia. Evidentemente, se estaba inventado el origen etimológico de víctima, procedente del latín victima, que designa a la persona o animal sacrificado o que se destina al sacrificio.

Llego a casa cariacontecido por tan exigente tertulia y abro el periódico. En medio de innumerables referencias a la crisis -un pensamiento veloz me sugiere que sólo la están sufriendo las mujeres-, leo un titular sobrecogedor: “La Asociación de Víctimas del Terrorismo pedirá al Gobierno un Real Decreto para que Iñaki de Juana Chaos no pueda vivir cerca de una víctima”. Olvida la AVT que la Constitución, la misma que tantas veces utiliza para crispar, garantiza el derecho de los españoles “a elegir libremente su residencia” (artículo 19) y un entramado de principios (reserva de ley, legalidad, irretroactividad y ‘ne bis in idem’) que impiden la realización de esa aberrante petición.

Dejo de leer y pienso que detrás de estas conductas disparatadas subyace una voluntad de sumisión a consignas partidistas que anula el pensamiento crítico de los ciudadanos y pervierte al conjunto de la sociedad civil. A fin de cuentas, ese terrible sometimiento es lo que provoca la existencia de víctimas de la ignorancia, víctimos y victimistas, capaces de defender cualquier cosa para satisfacer a sus líderes.

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