Vicky Cristina Barcelona

Residencia Mamá Margarita, Béjar

Redacción i-bejar.com
Octubre 06, 2008

Fui a ver Vicky Cristina Barcelona con un cierto prejuicio, pues había oído comentarios poco favorables al filme; hay quien asegura que se trata de las peores películas de Woody Allen. Para mi sorpresa, me encontré con una muy buena película, con ritmo, m

La Voz de Salamanca (Javier del Pino) / Fui a ver Vicky Cristina Barcelona con un cierto prejuicio, pues había oído comentarios poco favorables al filme; hay quien asegura que se trata de las peores películas de Woody Allen. Para mi sorpresa, me encontré con una muy buena película, con ritmo, más de sonrisas que de carcajadas, que en el fondo deja buen gusto y una cierta amargura, debido a la solidez de los personajes y a la firmeza por la que caminan sobre la vida real. Una comedia romántica atípica, no es la mejor de la filmografía del cineasta neoyorkino (de la última etapa destaca por encima de las demás Match Point), aunque de ninguna manera se trata de una película menor.

El tema es más o menos el de siempre: el aburrimiento de la clase media-alta (más bien tirando a alta); dos estudiantes de Nueva York se van de vacaciones a Barcelona, viven en una lujosa mansión desde cuya enorme terraza se divisa la ciudad entera, asisten a inauguraciones de exposiciones donde se codean con artistas, y todo, desde una pastelería hasta los cuadros abstractos, es descrito en el filme como “encatador”. A pesar de la situación económica más bien desahogada de la que disfrutan, a pesar de lo buenas que están todas y de que se lo monten entre ellos de muchas maneras, nunca encuentran la felicidad. Es una película en la que el humor descansa, más que en diálogos afilados, en situaciones absurdas, exageradas, en la dialéctica de caracteres, en el enfrentamiento de dos formas de ver la vida, y el amor: una romántica (la de Vicky) y otra más práctica (Cristina), que viene a ser el “aquí te pillo aquí te mato” de toda la vida, pero pasado por el tamiz del psicoanálisis.

Como viene siendo habitual últimamente, Woody Allen ha filmado su película fuera de Nueva York, y después de su experiencia británica, recala en el Mediterráneo. Desde luego no se va a Roquetas de Mar, aquí no hay altos a la guardia civil, ni Mossos d’Esquadra entrando en la casa Batlló por las ventanas persiguiendo a algún agente del MI6, estamos en una ciudad moderna, multicultural, pero con el sabor inconfundible de una España idealizada. Para reafirmarse en esto, por ejemplo, se escucha una guitarra constantemente. Es de las pocas películas en las que Woody Allen no hace uso de viejos temas del jazz anterior al Bebop (otra del estilo sería “La última noche de Boris Grushenko” con aquella melodía tan característica del “Teniente Kijé” de Prokofiev). Aunque algo cargante, incluyendo esa canción del principio que suena durante toda la película, el repertorio ha sido escogido bastante cuidadosamente, con temas que van de Paco de Lucía, a Albéniz.

También en este sentido tenemos a los personajes autóctonos. Para colmo de la burguesía nacionalista, ahí no hay nadie que se llame Joan Antoni ni Josep Lluís. Juan Antonio y María Elena son los que se montan los tríos con las americanas. Él un bohemio que vive al día y que le propone a la primera que se encuentra que se vaya a follar con él, ella una genial artista que está completamente desquiciada. Es decir, unas personas de probada españolidad. No vamos a poner el grito en el cielo porque no salgan bailando sardanas; si cuando están en Oviedo en vez de escuchar una orquesta de gaitas se van a ver a un gitano tocar la guitarra (y por qué no decirlo, es mucho más elegante recordar ciertas escenas románticas escuchando “Granada” de Albéniz que una canción de Hevia), no seremos más papistas que el Papa.

Si hay algo que desluce al conjunto es el doblaje, no tanto por las voces que les han puesto a Javier Bardem y a Penélope Cruz (a las que uno se acaba acostumbrando), sino más bien por tener todos los diálogos en castellano. Es difícil asumir que un español pregunte a un americano que si no habla otro idioma aparte del inglés, y este le conteste que también sabe chino, y todo ello en castellano. Ya puestos la podían haber doblado al catalán, y así los “liberales” tendrían un motivo real para poner a parir a la película, aparte de la genérica acusación de “progre”. Porque, aún tratándose de niños bien de turismo por Barcelona, de artistas que viven en el centro de ciudades y pilotan avionetas, a pesar de que vayan a Oviedo y no esté lloviendo, la historia es tan real como la vida misma.

Guión y dirección: Woody Allen

Reparto: Scarlett Johansson, Javier Bardem, Penélope Cruz, Rebeca Hall, Patricia Clarkson, Kevin Dunn

Fotografía: Javier Aguirresarobe

Producción: The Weinstein Company, Gravier Productions, Mediapro (Jaume Roures)

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