Se va, se va..
Se va ya el año, no sé si lo que pasa es el tiempo o somos nosotros, y él siempre está ahí, pero sea de una u otra forma lo cierto es que él o nosotros somos los que pasamos y nos vamos. Pero mientras estamos o permanecemos creemos ser eternos o al menos
José Luis Sánchez-Tosal / Se va ya el año, no sé si lo que pasa es el tiempo o somos nosotros, y él siempre está ahí, pero sea de una u otra forma lo cierto es que él o nosotros somos los que pasamos y nos vamos. Pero mientras estamos o permanecemos creemos ser eternos o al menos actuamos como si tal, pues si no fuera así es imposible que tuviéramos ante nosotros el sangrante panorama creado por todos. La velocidad con que huyen los días, en los que andamos tan afanados, no parece ser detectada por nosotros los humanos, y seguimos con nuestras tareas, por cierto no muy éticas, como si no acabara con toda la estupidez que las provoca nuestro paso o el del tiempo.
Lo cierto es que un año más se va, y aunque ya se acepta que o tomamos medidas o al final podríamos cargarnos la casa que habitamos, nadie en el fondo está dispuesto a hacerlo de frente, y menos en los lugares donde somos ricos. El tiempo corre aquí en contra, y nosotros hacemos como que lo ignoramos, o sea, como el que viendo arder su casa continúa sentado y atizando la chimenea. Ni los gigantes rusos, chinos o estadounidenses están dispuestos a ceder en su crecimiento ni se enfrentan al problema, es más, alargan sus plazos como si esta acción no fuera ponernos a resbalar por el precipicio. Dicho sea esto con el permiso del primo de Rajoy. Seguimos igualmente manteniendo guerras, cuando no propiciándolas, sobre todo allí en las zonas donde hay riquezas, sea de oro blanco o negro, al tiempo que devastamos zonas enteras de bosques que tanto necesitamos para anular los efectos perniciosos de nuestra civilización del petróleo. Pero no sólo hacemos guerras, sino que usamos para ellas a los niños, que mueren sin saber de qué bando son ni contra qué o quiénes luchan. Esos niños son cifras de cientos de miles de millones, tanto en las guerras como en la explotación del trabajo y sin escolarizar y así se va yendo el año.
Aquí en casa, en este país, también se va el año sin que sepamos lo que realmente se puede avecinar sobre todo bicho viviente amenazado por la crisis hipotecaria, de la cual no se sabe el fondo real. Se van yendo nuestros niños a las escuelas, pero enviando a sitios conflictivos y donde también los hay bombas de racimo sin mucho control. Y ya más cerca, o sea en Salamanca, se va sin que Lanzarote dé su brazo a torcer en esa subidita de impuestos que es un prorrateo que coge por igual al pensionista que al que le vendió el piso al nieto y ha tenido que firmar él, posiblemente alguno de los perdonados en ese prorrateo de los veinte millones de euros. Y para afirmarlo véase cómo fueron empujados los piojosos ciudadanos que fueron a protestarle al pleno en que se confirmaba la acción. Y ya en Ciudad Rodrigo se va también sin que las causas que provocan la preocupante pirámide poblacional se atajen, y se va sin que nadie crea que la comarca está ya a la altura de la media europea, como nos venden en las encuestas, es decir, se va haciéndonos acordar de un viejo cuento en el que alguien se había comido nuestro pollo. Se va, se va…