Tamayo y Sáez
Cada vez que veo en televisión a Esperanza Aguirre me viene a la cabeza la imagen de Tamayo y Sáez. No lo puedo evitar. La privatización de la sanidad y de la educación por parte de la Comunidad de Madrid no es un lema partidario, sino una realidad que no
La Voz de Salamanca (Javier Pueyo) / Cada vez que veo en televisión a Esperanza Aguirre me viene a la cabeza la imagen de Tamayo y Sáez. No lo puedo evitar. La privatización de la sanidad y de la educación por parte de la Comunidad de Madrid no es un lema partidario, sino una realidad que nos está llevando al fin de la universalidad del derecho a la salud y a la creación de redes escolares de primera y de segunda (la concertada, con barreras de entrada que impiden el acceso a los niños inmigrantes o de procedencia humilde; la pública, entendida como contenedor de todos aquellos sectores sociales sin recursos para estudiar en otro lugar). Y ese desmantelamiento brutal de los servicios públicos más básicos, que no puede sino generar con el paso del tiempo una brecha social de magnitudes muy preocupantes, tiene su origen en una fecha: el 10 de junio de 2003.
Hoy conocemos los vínculos directos o indirectos de Tamayo y Sáez con varios constructores de la Comunidad de Madrid, con Ricardo Romero de Tejada (secretario general del Partido Popular de Madrid en el momento del golpe) y con Julio Ariza (ex diputado del Partido Popular y presidente del grupo mediático Intereconomía). Las redes establecidas entre todos ellos, que garantizaron escoltas y alojamiento a los tránsfugas desde el mismo instante de la deserción, nunca fueron investigadas en profundidad por la justicia, que por mediación del entonces Fiscal General del Estado, Jesús Cardenal, optó por mirar hacia otra parte.
Hoy sabemos, en consecuencia, que había quien estaba dispuesto a hacer todo lo posible por evitar un gobierno de coalición entre PSOE e Izquierda Unida en la Comunidad de Madrid; que no era posible extender los servicios públicos ni acabar con el oprobioso negocio inmobiliario que negaba, y niega, el derecho constitucional a una vivienda digna a la totalidad de los ciudadanos.
Hoy, cinco años después de la infamia, vemos horrorizados las consecuencias sociales del mayor golpe contra la democracia desde 1978, a excepción de la fracasada intentona de Tejero. La izquierda ganó en las urnas y perdió en los despachos. Esperanza Aguirre, síntesis moral y política de Tamayo y Sáez, representa el triunfo de quienes nunca son derrotados. Ni lo serán.