Ligar desligándose
La IX investidura presidencial de la actual democracia española nos deja a ver cómo insólitamente el candidato a presidente es investido en segunda ronda por primera vez en estos más de 40 años, y cómo además lo es con el voto exclusivo en afirmativo de s
La Voz de Salamanca (Alfonso Manjón) / La IX investidura presidencial de la actual democracia española nos deja a ver cómo insólitamente el candidato a presidente es investido en segunda ronda por primera vez en estos más de 40 años, y cómo además lo es con el voto exclusivo en afirmativo de su sólo grupo parlamentario. ¿Quiere esto decir que el secretario general del PSOE no cuenta con la confianza de ningún grupo parlamentario, o simplemente que es el mismo Zapatero quien no quiere gravar las líneas políticas de su proyecto con el peso de las exigencias y compromisos a adquirir con una serie de fuerzas políticas que le permitan gobernar plácidamente desde el inicio de la legislatura?. Dicho de otro modo, ¿se encuentra Zapatero aislado o, por el contrario, él mismo ha buscado dar esa imagen de independencia sin ataduras que le liguen a corto y largo plazo?
Estos cuatro próximos años, por poner un ejemplo destacado que bien se ha visto primado en el debate de investidura, van a estar marcados muy especialmente por las medidas que se tomen para aplacar la desaceleración económica -que como a otros países del mundo, afecta también a España-, de manera que es de esperar que todas las fuerzas políticas trabajen conjuntamente para sacar al país del atolladero en que se encuentra. No obstante, y a tal fin, cabría distinguir entre los empeños de aquellos grupos regionalistas que, aún teniendo un proyecto político para España más allá de sus intereses particularistas, miran preferentemente en favor de éstos últimos; y los afanes de aquellos grupos de corte estatal que miran por el bien común general en pro de España como estado nacional. Por tanto, partiendo del principio discutible de que se pueda confiar en la buena voluntad para el entendimiento entre Gobierno y partidos de la oposición en pro del país, cabrá esperar también la transformación en votos en positivo para las medidas encaminadas por iniciativa del gobierno a atajar los males económicos de la nación.
Esto no quiere decir que los lances políticos venideros vayan a resolverse en tal manera, como tampoco que los grandes temas de Estado vayan a consensuarse exclusivamente entre los dos grandes partidos políticos que se turnan en el poder, buscando adhesiones sin ver más allá de sus posturas partidistas. Sino que, por iniciativa del partido socialista, todas las medidas a tomar deben ser viables también de cara a seguir articulando económicamente a España -si bien esa articulación ha de ser equitativa y sin privilegiar a unos ciudadanos por encima de otros-, y al mismo tiempo pueda seguir armonizándose la relación entre los intereses del Estado central -que trabaja para el desarrollo común de todas las regiones- y las aspiraciones de mejora de los gobiernos autonómicos. O lo que es lo mismo y en palabras del reelegido presidente del gobierno, que se “atiendan a las identidades diversas que conforman el pacto constitucional”, lo cual, a mi entender, nada dice de la nivelación interterritorial de prestaciones, servicios y garantías por igual.
Sospecho, finalmente, que ahora lo primero que debe emerger es una hoja de ruta que fije los principios y las medidas a tomar y precise los fines a qué van dirigidas, de manera que en una situación de gobernabilidad se cumpliesen para el PSOE aquellas palabras de J. Timmons donde decía aquello de: “Haz siempre lo que dices que vas a hacer. Esto es el pegamento y la fibra que consolida las buenas relaciones”. Así sea.