Letras que venden

Residencia Mamá Margarita, Béjar

Redacción i-bejar.com
Mayo 25, 2008

Publicado en El Chirivije Nº 43 España vende. Nuestro país es admirado más allá de las fronteras nacionales. Sin embargo, todavía vende poco en comparación con el potencial que tiene. Un potencial no contaminante, limpio, una riqueza basada en el atractiv

La Voz de Salamanca (F.J. Rodríguez Jiménez) / Publicado en El Chirivije Nº 43

España vende. Nuestro país es admirado más allá de las fronteras nacionales. Sin embargo, todavía vende poco en comparación con el potencial que tiene. Un potencial no contaminante, limpio, una riqueza basada en el atractivo de su idioma, en el valor de sus letras. El español está de moda. Uno de los casos más significativos es, por ejemplo, el de la sociedad estadounidense, donde un gran número de personas se desvive por aprenderlo. Y no sólo allí, también en un buen número de las naciones del entorno europeo, por no hablar de, la que para muchos está llamada a ser potencia indiscutible de Sudamérica, Brasil. En el país tropical la enseñanza de las letras hispanas es hoy obligatoria en todos los niveles de la enseñanza secundaria.

El pastel económico que genera la enseñanza de nuestro idioma es muy goloso. Todos quieren tomar parte. No en vano es uno de los principales motores de desarrollo económico de ciertos lugares especializados en proporcionar cursos para su aprendizaje. En Latinoamérica lo saben. En España y según algunos expertos, el valor económico de esta “industria” alcanza en torno al 15% del PIB. La competencia es dura, por ejemplo, Salamanca lucha ferozmente por mantener sus cuotas de mercado frente a ciudades como Valladolid, Granada, etc., emergentes en la oferta de cursos de español para extranjeros.

No sólo es conocido nuestro idioma, también lo es el cainismo del que solemos hacer gala. Como magistralmente pintó Goya, el español está dispuesto por menos de nada a la gresca, a la disputa, a hundirse hasta la rodilla y liarse a garrotazos con el vecino, con el adversario político y con Dios santo. Somos así. Como dijera Unamuno, corre por nuestras venas un cierto sentido trágico de la vida. Ese sentir nos está impidiendo aprovechar la bonanza actual y sacar más partido al potencial limpio, a la industria verde de vender nuestro idioma a los muchos que en el mundo quieren hacerse con él.

Por lo pronto, parece que cada uno hace la guerra por su cuenta. Las ciudades mencionadas luchan por ganar más clientes, por hacer atractivos sus programas, en no pocas ocasiones denigrando al adversario, sacando a la luz intencionadamente sus defectos. Y mientras aquí andan a la gresca, intentando joder al de al lado, nuestros hermanos latinoamericanos no pierden oportunidad para que estadounidenses y brasileños opten por aprender español entre sus gentes, en sus aulas. Están en su derecho, el sol sale para todos.

Sólo me irrita que aquí no se tomen medidas institucionales, de Estado para actuar de manera conjunta, coordinada en la potenciación del español en el mundo. Y no es que lo haya impedido la disputa política habitual entre gobierno y oposición, mucho peor: no ha sido, ni parece que vaya a ser tema central, de importancia ni para el PSOE, ni para el PP.

“Our culture often precedes our exports. Wherever French is spoken, French goods are purchased”

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