Lanzarote no quiere caer solo
Lanzarote no quiere caer solo. Quiere arrastrar en su debacle a todo el Partido Popular de Salamanca, a destacados militantes y dirigentes del mismo, a su dirección regional y también, cínicamente, contribuir a la cada vez más segura derrota de Mariano Ra
La Voz de Salamanca (José A. Andrés) / Lanzarote no quiere caer solo. Quiere arrastrar en su debacle a todo el Partido Popular de Salamanca, a destacados militantes y dirigentes del mismo, a su dirección regional y también, cínicamente, contribuir a la cada vez más segura derrota de Mariano Rajoy, el Almunia del PP, en las elecciones generales del 9 de marzo.
Y si no es así ¿Cómo se explica que dijera lo que dijera, según la entrevista filtrada, nada más y nada menos que al director de El Adelanto? Acusaciones a Génova de “ordeno y mando”, de “imponer a las personas que no son adecuadas”. Al candidato Gonzalo Robles de haber prevaricado a su favor. Afirmaciones de que el PP ha dado una imagen “deplorable”. En fin, no voy a reproducir en esta columna toda una entrevista, en la que las polémicas declaraciones y los consecuentes resaltados en negrita apenas dejan ver el resto del texto. Una entrevista que estaba a punto de ser publicada, según confirman diversas fuentes consultadas por La Voz de Salamanca, en El Adelanto, el periódico de Salamanca antaño progresista que, cambio de empresario mediante, se ha convertido en el medio afín de la dirección regional del Partido Popular de Castilla y León (que premia la página web que es el hazmerreír de la comunidad internauta)
Se abren las especulaciones ¿Paró alguien la publicación de esta entrevista? ¿Se arrepintió el propio Julián Lanzarote de sus palabras? ¿Se autocensuró El Adelanto? ¿O influyeron determinadas presiones provenientes desde Valladolid y Madrid? Si fuera esto último ¿Disgustó al alcalde de Salamanca que sus palabras, su testamento político, su verborrea resentida contra todos y cada uno de sus rivales, no fuera puesta en conocimiento de la opinión pública? Esto podría darnos las pistas necesarias sobre quién y por qué está detrás de una filtración realizada a muchos y muy diversos medios de comunicación, locales o no. Un Lanzarote hundido por las manifestaciones vecinales en protesta por su política, con un Ayuntamiento en quiebra técnica que se ve obligado a cargar en sus vecinos las deudas que no quiere cobrar a sus amigos constructores, un máximo regidor que, al igual que el alcalde de Madrid, puede presentar un balance de éxitos electorales indiscutible, pero no puede ascender políticamente y es cuestionado abiertamente en público por sus dirigentes nacionales cuando la política doméstica no viene bien dada. Un Lanzarote harto y cansado, un rey desnudo, con un pie fuera de la política y otro en los juzgados, que se ha decidido a advertir: si le dejan caer por el precipicio no está dispuesto a soltar la cuerda. Y en el otro extremo de la cuerda está un PP que apenas tiene fuerzas para sostener su propio peso.
Pero esta nave del misterio y la especulación, ya no sólo urbanística, en la que se ha convertido el principal partido de la derecha ya no sorprende a nadie. Zozobra demasiado cuando soplan vientos de tormenta; y la del PP puede ser una larga noche de tormenta y tormentos en la oposición, en la que los marineros presionan a los oficiales y los oficiales al capitán. Amenaza de motín a la vista, nadie quiere quedarse sin su plato de lentejas, que en este caso viene en forma de puestos de salida en unas listas que cotizan más a la baja que el Dow Jones. Y al frente del navío tenemos a Mariano Rajoy, con los ojos vendados, encadenado al mástil mayor sin poder evitar sucumbir a los cantos de sirena que provienen de los micrófonos episcopales. Sí, Mariano lleva cuatro años intentando remar a su dorada Moncloa, pero las divinidades eclesiásticas juguetean muy a gusto con él.
Acostumbraba a decir Winston Churchill que los compañeros de partido eran una clase especial de enemigos. El gradiente del conservador y beligerante Primer Ministro de su Majestad comenzaba por los enemigos normales, seguía con los enemigos a muerte y acababa en los compañeros de filas. Algunos parecen tener muy presente esta doctrina, aquí y ahora. La noche de los cuchillos largos del PP de Salamanca no ha hecho más que empezar.