La hora del Sáhara



Redacción i-bejar.com
Marzo 25, 2008

El olvido selectivo de los gobiernos socialistas en relación a la crisis humanitaria del Sáhara Occidental tiene que llegar necesariamente a su fin en la presente legislatura. El PSOE-el mismo que no nos fallará- tiene la obligación y el deber de tratar l

La Voz de Salamanca (Javier García Pedraz) / El olvido selectivo de los gobiernos socialistas en relación a la crisis humanitaria del Sáhara Occidental tiene que llegar necesariamente a su fin en la presente legislatura. El PSOE-el mismo que no nos fallará- tiene la obligación y el deber de tratar la situación saharaui con la seriedad que compromete una crisis humanitaria de esta envergadura, sin incurrir en un diálogo que, redundando en el mismo término, no nos lleve ningún sitio.

El diálogo es imprescindible para el acuerdo, pero antes es necesario que ambas partes puedan hablar. Cuando una parte quiere dialogar y la otra mata ese diálogo, no hay diálogo posible. Pero, además, en el conflicto del Sáhara ni siquiera se puede hablar de dos partes: no debemos olvidar que hablamos de un régimen represor y criminal, Marruecos, que expulsa y agrede a una víctima indefensa, que es el Sáhara.

En la pasada legislatura, al igual que en los gobiernos de Felipe González, el Gobierno se dedicó a labrar unas relaciones de colaboración con Marruecos. Fue una relación de colaboración que dio buenos resultados en algunos ámbitos, pero que sólo hubiera sido positiva siempre que ésta no comprometiese el silencio funcional del Gobierno a la hora de denunciar y de sancionar las violaciones de derechos humanos que el régimen de Mohamed VI acomete sobre el pueblo saharaui.

Las buenas relaciones con Marruecos tienen una doble cara. Si bien cierto que en términos comerciales y migratorios se han demostrado fructíferas, en términos geopolíticos nos convierte en cómplices del atropello sobre el pueblo saharaui.

Es una vergüenza para el PSOE y para la izquierda que, ante una invasión criminal que roza el exterminio, los propios saharauis digan que el único gobierno que mantuvo un compromiso firme con el Sáhara fue el del PP. Aunque cierto es que dicho compromiso se debiese a la conocida obsesión-o afición- del ex presidente Aznar por emular al Cid en su cruzada, no menos cierto es que la búsqueda de un amiguismo tan hipócrita como retrógrado entre una democracia moderna, como España, y un régimen dictatorial carca, como Marruecos, abandona a su suerte a los saharauis y los hace aún más vulnerables ante la bárbara represión marroquí.

El pueblo saharaui no puede-ni debe- pagar con su miseria y su libertad los acuerdos de pesca ni los de control fronterizo con Marruecos. Zapatero, a día de hoy, disfruta de un gran prestigio internacional a nivel de relaciones exteriores, y preside un país con gran influencia exterior por lo que está en condiciones de presionar y sancionar a Marruecos por las persistentes violaciones de derechos del pueblo saharaui. Por supuesto que esto tendría un precio alto, pero es pertinente decir que no será un problema de capacidad ni de posibilidad; será, en algún caso, de actitud y de voluntad. Poder, se puede.

Hemos vivido una legislatura convulsa y llena de asuntos a los que el Gobierno se debía. La política exterior del Gobierno ha sido impecable: se han rehabilitado las relaciones con América Latina, se retomó el espíritu europeísta de la ciudadanía, se ha creado el control fronterizo y la cooperación con el tercer mundo por medio del Plan África, la apertura del diálogo necesario y vital para el entendimiento por medio de la Alianza de Civilizaciones. Han sido cuatro años de grandes esfuerzos en política exterior que los ciudadanos hemos sabido reconocer y aplaudir con nuestro voto.

Pero, con todo esto, aún tenemos una deuda con el Sáhara y no podemos olvidar este drama; ha llegado la hora de discernir lo oportuno de lo soportable, lo accesible de lo tolerable, lo que es pertinente de lo que es humillante. Es el momento de dar el paso hacia delante, afrontar el problema y las inevitables consecuencias del mismo, asumir valientemente el papel a jugar por el Gobierno Zapatero con el único objetivo de que el Sáhara sea libre, de acuerdo con sus legítimos derechos como pueblo y como individuos. El Sáhara necesita al Zapatero que no se puso en pie ante la bandera estadounidense en plena Guerra de Irak.

Es una realidad que la inmensa mayoría de los refugiados saharauis no conocen la tierra que añoran, que jamás vieron el océano que baña la costa del Sáhara Occidental y que nunca respiraron el aire libre al que deben su lucha. Pero todos ellos conocen el olor de la pólvora, el ruido de las minas anti-persona y la amargura de una eterna guerra que es la historia de sus vidas, la misma historia de opresión y tortura que su pueblo lleva padeciendo desde sus orígenes. Y son ellos, hijos de la pesadilla de la guerra, los que crecieron soñando con una tierra sin represión, los que necesitan, hoy más que nunca, al mismo Zapatero valiente, decidido y responsable que toma decisiones que, convenientes o no, son humanamente admirables y estrictamente necesarias.

El proceso ya está en la vía del diálogo. Ahora es el turno de las palabras para consumar hechos. Es la hora del Sáhara.

¡Viva el Sáhara libre!

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