Es cuestión de valores
Cuando una película es buena el espectador se introduce en ella y no es consciente del paso del tiempo hasta que ha terminado. Solo cuando empiezan los títulos de crédito uno despierta y se hace clara la artificialidad del cine. Algunas veces esa artifici
La Voz de Salamanca (José J. de Vega) / Cuando una película es buena el espectador se introduce en ella y no es consciente del paso del tiempo hasta que ha terminado. Solo cuando empiezan los títulos de crédito uno despierta y se hace clara la artificialidad del cine. Algunas veces esa artificialidad se pierde, como en la proyección del documental "Lucio" (2007) organizada por CGT. Calificaría como una experiencia única tener la ocasión de hablar con el protagonista real una vez terminada la película, y más única cuando ese protagonista tiene la personalidad singular de Lucio Urtubia.
Lucio llevó la visión del mundo propia de un hombre trabajador a su lucha ideológica. Una de las conclusiones que se puede sacar de la exposición que nos hizo después de la proyección es la importancia que tiene el trabajo en su vida y relaciones. Para Lucio los principios revolucionarios encuentran su expresión diaria en los valores del que cumple con buen oficio, el basado en la constancia y el sacrificio, esos que le permitieron montar y mantener en marcha una de las redes más estables de falsificación de cheques (en un mundo anterior a las tarjetas de crédito y las transferencias instantáneas) con el doble objetivo de sufragar los movimientos revolucionarios y desestabilizar los emporios bancarios y monetarios internacionales; objetivo este último, que solo podía salir de una mente como la suya, idealista sobre el futuro y clarividente sobre el presente. Los detalles de esta historia se desarrollan en un documental que alterna recreación y entrevistas, y que fue nominado en los pasados premios Goya 2008.
En la actualidad Lucio administra un centro social situado en la planta baja de la casa en la que vive, donde han encontrado sitio nuevos movimientos (como las reivindicaciones por una vivienda libre ’Don Quixote’) junto a luchas clásicas por la autodeterminación de algunos pueblos, y que en tiempos supusieron el principal destino del dinero obtenido. No se equivoquen, dejó bien claro que no es nacionalista sino internacionalista.
Se trata de un centro gestionado bajo los principios anarquistas clásicos, pues Lucio ha sabido diferenciar, allí y en su vida, la autogestión del desorden. Se trata de un anarquista de los de siempre, de los que no les tiembla la voz para calificar la revolución cubana, de los que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos en los que ha quedado claro que la violencia no estaba justificada, y donde las alternativas por un mundo más justo nunca han estado tanto en el debate social y tan lejos de hacerse realidad, pues como el propio protagonista reconoció cuando se le preguntó si veríamos la revolución en el siglo que empieza, primero habría que tener claro qué es la revolución.