Más dura será la caída
Cuando Eddie Willis (Humphrey Bogart, consumido por el cáncer) se sentó en su silla y comenzó a escribir a máquina: "Más dura será la caída. El boxeo debería ser declarado ilegal en los EE.UU. aunque para lograrlo tuviera que intervenir el congreso…”, lo
La Voz de Salamanca (Daniel Molina) / Cuando Eddie Willis (Humphrey Bogart, consumido por el cáncer) se sentó en su silla y comenzó a escribir a máquina: "Más dura será la caída. El boxeo debería ser declarado ilegal en los EE.UU. aunque para lograrlo tuviera que intervenir el congreso…”, lo que estaba escribiendo era una respuesta contra la violencia de los medios de comunicación y los grupos de interés que, a partir de la exclusiva defensa de sus intereses, acababan con el patrimonio y las ganancias de todos aquellos que se prestaban a caer en su trampa. Peleaba por Toro Moreno, un boxeador engañado, pero también por él mismo, y por todos los que se habían dejado comprar.
El chantaje, la extorsión y la desinformación no son mecanismos nuevos para limitar y coartar las libertades. Por eso, yo, que aparezco (sin círculo eso sí) en la página 4 de La Gaceta, escribo como Eddie Willis, para tratar de despertar y llamar a la reflexión a todo aquél ciudadano que pueda leerme.
Empezaré diciendo que siempre la violencia y el terror imponen su significado, pero no lo comunican, son expresivos, pero rompen la comunidad recíproca dentro de la que se ejerce el reconocimiento inter subjetivo cuyo máximo exponente es el lenguaje. Porque el Logos no es otra cosa, que informar de manera dialogada y deliberativa sobre lo que sucede. En Salamanca, cuando está a punto de finalizar el año 2007, en pleno siglo XXI, la violencia política de los años 30 continúa muy presente. La información que aparece hoy en la página 4 de La Gaceta es de carácter fascista e inmoral. Porque no comunica nada sino que impone un significado, y además establece el chantaje preventivo, según el cual manifestarse libremente siempre es un ejercicio manejado por los partidos, y ajeno por tanto a la voluntad ciudadana. Estimamos que estos dos calificativos (fascista e inmoral) son los más adecuados por cuanto que lo que hace el periódico más leído por los vecinos, es una vez más, despreciarlos, en este caso, marcándolos como si de una información de 1936 se tratara y revelar su ideología, sin ser consultados, a partir de unas fotografías que pertenecen a su vida privada, para de esta manera, desprestigiarlos. Y de paso, preventivamente, como es propio de los fascismos, imponer una violencia significativa: Protestar, manifestarse, es tanto como un ejercicio partidista y por tanto no libre. Con ello, además de caer en la más baja indignidad moral, al marcarlos, al señalarlos, al ponerles un círculo, están poniendo en peligro la seguridad y acabando con la dignidad y el honor que toda persona merece.
La violencia subliminal y explícita de La Gaceta, consiste en afirmar que se informa y se entretiene, ejerciendo de seráfico apóstol de la tolerancia que, de modo paradójico, no cesa de agredir con su pluma en la búsqueda permanente de objetivos políticos. La crisis de valores actual, viene en cierto modo producida por la desactivación de los mecanismos que conforman el compromiso de la autonomía moral en las sociedades occidentales. La sociedad salmantina es un claro ejemplo de ello. La ausencia de una crítica verdaderamente rigurosa y libre, ha producido una ética de la crítica gravísima, que surge de la simplicidad de argumentos, la ausencia de flexibilidad y una radicalidad moral, rompiendo lo que debe representar la seriedad propia de cualquier profesional. No estamos hablando de periodismo sino de Fascismo. Un fascismo, que como toda violencia se ejecuta, y este es el medio, o quizá, el fin de la misma, para confundir el debate político con el de los grupos de interés, que básicamente son dos: perpetuarse en el ejercicio del poder sin asumir responsabilidades y lucrarse. Pero también transformar la realidad mediante la técnica consustancial al experto demagogo: sacar de su contexto determinadas ideas o expresiones que, por su complejidad, pueden resultar equívocas, para retorciéndolas, hacer que digan lo contrario de lo que realmente quieren o pretenden decir, para a continuación, hablar en nombre de la libertad, la verdad, el rigor y el irrenunciable derecho de crítica a partir del insulto y la calumnia con la prepotencia y el matonismo sólo entendible en regímenes de tipo autoritario. Con todo, lo único que conseguirán es lo mismo que Eddie Wilis denunciaba al final de la película: Más dura será su caída.