El club de los corazones solidarios
A todos los que trabajáis para que los demás aprendamos la libertad. Gracias FEVESA. - Logos y Philía
La Voz de Salamanca (Daniel Molina) / Recuerdo perfectamente el caso de Phineas Gage, en 1848, en Nueva Inglaterra, contado magistralmente por Adela Cortina, que fue espectacular: Un capataz de la construcción, querido y admirado por compañeros y jefes, sufre un terrible accidente que le daña el cerebro y con el tiempo su conducta cambia radicalmente. Se convierte en un ser agresivo, desagradable, a pesar de que sigue manteniendo su capacidad de razonar. Tras el accidente, “Gage no es Gage”, dirá Damasio en El error de Descartes. El accidente consistió en ganar las elecciones a las que se presentaba.
El Dr. Jekyll, serio y responsable -podemos decir por nuestra cuenta-, se puede convertir por perturbaciones cerebrales en Mister Hyde, en un ser incapaz de anticipar el futuro, prever consecuencias y asumir responsabilidades.
Todo esto cierra, claro está, un universo de posibilidades para hacer real ese principio de la ética científica que es el de beneficiar sin dañar. Justo el principio contrario que aplica el Partido Popular de Salamanca, esto es, representar para auto-promocionarse, hablar de todo sin saber de nada, opinar y actuar en base a unas estructuras pretendidamente manipuladas (los medios de comunicación o la Policía Local) y marcadamente irresponsables. Pero sobre todo, engañar y gestionar mal. Para eso, además de acumular cargos y prevendas, también es imprescindible que los miembros de tu tribu consigan no vilipendiarte, es decir, no publicar artículos injuriosos que dañen las sacrosantas áureas de directores de la orquesta del Titanic, aquella que no se rendía nunca, aunque solo sea para estar loca por salvarnos la vida, a costa de cortarnos el cuello. En fin, son principios ante los que cualquier cosa vale: Interpretar la democracia a su antojo: los ciudadanos sólo tienen derecho al voto y el resto del tiempo deben callar, los ciudadanos están siendo manipulados por ellos mismos, es decir, miembros de asociaciones de vecinos, formados por los propios vecinos, conectados al Partido Socialista, en una misteriosa terminal. Son principios según los cuales, todo está claro.
Pero este artículo no pretende gastar más tiempo con el Partido de Lanzarote, sencillamente porque una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, quisiera yo que en este texto, una palabra, sí pueda valer más que mil imágenes. Aunque me temo que van a ser muchas más. Me explico: El que me conoce, sabe perfectamente mi natural recelo por estar en la política. No es que yo esté en contra o desconfíe absolutamente de esta actividad, muy al contrario, lo único que siento con José María Ridao es nostalgia “de la respuesta razonada a los problemas de alcance general, a las cuestiones que afectan a los espacios comunes, no como acumulación de promesas particulares a los diversos grupos sociales realizadas por candidatos que exhiben impúdicamente lo que sienten, lo que asumen, lo que sueñan, lo que les gusta o no les gusta, como estrellas rutilantes de un reality-show”. Gonzo es la metáfora. Por eso me gusta reconocer el trabajo que está haciendo toda la gente de las asociaciones de vecinos. Es un esfuerzo inmenso organizar manifestaciones, hacer carteles, panfletos, repartirlos con un ojo en el ciudadano y otro en la acera de enfrente por si aparece el Policía Local para requisarlos, al más puro estilo Cuéntame de los años 60. Lleva un esfuerzo físico, psicológico y de entrega hacia los demás que no es visible durante el día de la manifestación, el día en que todo sale bien, precisamente porque también ha salido bien la preparación. Y es un esfuerzo que desgasta, que quema, que quita tiempo para hacer otras actividades, y que genera llantos, sollozos, ansiedad, depresión. A todos y por todo, solidarizo con vuestra utopía y me declarado miembro del club de los corazones solitarios, pero sobre todo solidarios, que no ha hecho más que mostrarnos y demostrarnos que el Ayuntamiento es nuestra casa, que Lanzarote es un Alcalde elegido por nosotros, y no tiene que mirar ni hacia las deudas del ladrillo, ni hacia León; sino hacia nuestros corazones que laten solidariamente con más fuerza que nunca. En fin, con vosotros hemos aprendido que en democracia todos debemos mostrar, con una pasmosa sencillez, que la generosidad del conocimiento y de la actitud humana no puede consistir en desplegar el poder que se ostenta, sino más bien en crear con ese poder las condiciones para que el interlocutor alcance a saber aquello que necesariamente se ignora desde el saber que se tiene. Los vecinos hemos aprendido con vuestra ayuda la libertad. Pero, desgraciadamente, la libertad ha quedado prendida en su Ayuntamiento, si bien de manera temporal, porque como bien canta Jorge Drexler: "Cada uno da, lo que recibe, y luego recibe lo que da". FEVESA recibe estas palabras, y mi abrazo.