¿Ciencia ficción?
Giovanni Sartori considera que el homo sapiens se ha transformado en homo videns: debido a la influencia masiva de la televisión, la imagen ha destronado a la palabra. “La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra c
La Voz de Salamanca (Miguel Ángel Andrés) / Giovanni Sartori considera que el homo sapiens se ha transformado en homo videns: debido a la influencia masiva de la televisión, la imagen ha destronado a la palabra. “La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender”, explica el pensador italiano. Este fenómeno ha penetrado en la vida política (vídeo-política, videocracia) minando la salud del sistema democrático.
Los recientes acontecimientos en torno a la salida de la cárcel de De Juana Chaos se enmarcan dentro de este proceso degenerativo. La “fuerza arrolladora de la imagen” del terrorista abandonando la prisión y entrando en un todoterreno se impone a la insuficente, deficiente e interesada explicación del hecho. Se desarrolla, entonces, un conjunto de reacciones en los actores políticos condicionados por esa imagen.
De un lado, la opinión pública ya "sabe" que en España se premia el terrorismo con la libertad. De otro, se celebra una serie de pseudo-acontecimientos, eventos convocados por y para la televisión que no existirían de otro modo. Una concentración (minoritaria) para homenajear a las víctimas es el lugar idóneo para que la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, haga unas declaraciones cargadas de inmoralidad: “hay que cambiar las leyes”. Una abogada del Estado “desconoce” los principios más básicos del Derecho penal democrático. Para “cambiar las leyes” sería necesario modificar previamente la Constitución y abandonar numerosos compromisos internacionales. Poco importa la verdad cuando la imagen propicia la emotivización de la política.
Moisés Naím nos advierte de que importantes estudios científicos demuestran que la apariencia física tiene consecuencias en el salario. De la videocracia a la dictadura de la belleza sólo hay un paso. ¿Todavía llaman ciencia ficción al mundo feliz de Huxley?