Carta al Director de La Gaceta de Salamanca
Esta carta ha sido remitida por Charo Fernández Campos a la Gaceta de Salamanca. Como posiblemente no se la publiquen, nosotros abrimos un espacio para que se pueda expresar en nuestra columna del Salmantino - La columna del salmantino
/ Hoy he despertado con algunas agujetas en los brazos por los estirones que me dieron en el Pleno, y los ojos como platos al ver mi cara rodeada con un circulito verde y que me identificaba como una de las despedidas del 2002. Pues sí, soy una de las despedidas del 2002, de ese grupo de trabajadores que pleitearon contra este Ayuntamiento delirantemente dirigido por el Sr. Lanzarote y a los que el Tribunal Supremo les dio finalmente la razón… y cuyo despido les costó a los salmantinos casi un millón de euros. Por eso fue aquella una victoria agridulce, porque todos éramos conscientes de que no estaba pagando quien tenía que hacerlo, sino los “paganos” habituales: los ciudadanos de Salamanca (y nosotros mismos, en el caso de los que aún vivimos en Salamanca, qué paradoja). Y entonces, ¿por qué no me quedo yo tranquilamente en mi casa, con mi “pasta”, en lugar de pegarme madrugones para que me arrastren por el suelo de mi ayuntamiento? Pues es sencillo: porque soy vecina de Salamanca, y porque intento ser coherente con una serie de valores como el compromiso, la solidaridad, la humildad, las libertades civiles, los derechos y obligaciones que comporta la democracia. Valores éstos que cada día intento transmitirle a mi hijo. Pero decidí acudir al Pleno como una vecina más de esta ciudad; y los vecinos, además de contribuyentes, son muchas cosas: amas de casa, jubilados, despedidos del 2002, sindicalistas, numerarios del Opus, militantes de PSOE, del PP (de hecho, han olvidado ustedes ponerle un circulito a un vecino que se identificó y reconoció que él y toda su familia habían sido hasta ahora votantes del PP, y antes lo fueron de Alianza Popular)… Resumiendo, que los vecinos tienen derecho a ser lo que les dé la gana y la ley permita, al igual que tienen derecho a asistir a los plenos de su Ayuntamiento, por mucha paranoia que le dé al alcalde eso de tener a los ciudadanos a menos de 100 metros. Además se da la circunstancia de que en mi barrio la Junta Directiva de la Asociación de Vecinos está en fase de renovación, y no iba a acudir al Pleno ningún representante. Así que algunos vecinos decidimos asistir para dar testimonio del malestar que también hay en nuestro caso, y solidarizarnos con los vecinos de otros barrios. Si todo esto que he expuesto me hace merecedora del honor de ser destacada de esta manera en su periódico, alguien debería repasar los apuntes de lo que es noticiable y lo que no. Y sin duda, deberían ponerse a buscar el Código Deontológico de la profesión, que se les ha debido de extraviar. Por último, me hago absolutamente responsable de las palabras que aquí he escrito y asumo completamente las responsabilidades que de ellas pudieran derivarse, por lo que le ruego que reproduzca esta carta en su integridad.
Atentamente, Charo Fernández Campos Sí, una de las despedidas del 2002 y vecina de Salamanca