Campaña en negativo
La campaña electoral se aproxima a su ecuador y por encima de análisis desde una óptica partidaria se observa que la tendencia al empobrecimiento del debate político se acentúa a pasos agigantados. Varios factores contribuyen a dicho fenómeno. En primer l
La Voz de Salamanca (Ramón García) / La campaña electoral se aproxima a su ecuador y por encima de análisis desde una óptica partidaria se observa que la tendencia al empobrecimiento del debate político se acentúa a pasos agigantados. Varios factores contribuyen a dicho fenómeno.
En primer lugar, con el debate celebrado ayer entre Zapatero y Rajoy se asiste a la consagración del bipartidismo de forma absolutamente descarada. El sistema electoral español ya abocaba a la situación actual. Se puede entender que los dos grandes partidos fomenten su antagonismo en beneficio propio pero el papel más lamentable corresponde a los grandes medios de comunicación. Parece claro que solo existen PSOE y PP y cualquier tercera opción prácticamente es inexistente. Es más fácil vender una lucha entre dos que tener que buscar matices entre diversas alternativas.
Hace unos años desaparecieron las formaciones centristas cuyo electorado se repartieron los grandes y desde entonces el objetivo era IU. El PSOE le lleva lanzado una OPA hostil desde los tiempos de la manipulada “pinza” de Anguita y Aznar (un gran éxito de la PRISA del difunto Polanco) y parece, a tenor de las encuestas, que el 9 de marzo el espacio para la formación de Llamazares va ser mínimo. No debemos de ignorar los propios errores de estrategia de la formación rojiverde: Esa permanente vacilación entre ser antisistema o postularse para ser ministros en gobiernos socialistas, los conflictos internos, etc.
En todo caso, se pierde pluralismo político y los electores ven reducidas las opciones de que su voto se traduzca en escaños. Nadie va a tocar la legislación electoral para modificar el actual status quo. No conviene ni a los grandes partidos, ni a los conglomerados mediáticos ni siquiera al poder económico.
Por otra parte, y en el debate se pudo comprobar, se echan de menos grandes propuestas de futuro: Todo se ventila en medidas espumosas y burbujeantes y sobretodo en augurar grandes desgracias si ganan “los otros”.
Los populares intentan desmontar el chiringuito de la crispación de forma precipitada pero tampoco lo pueden dejar del todo porque hay clientela que demanda esa mercancía. Su conversión al “currantismo” es un tanto forzada y poco creíble. Mucho asustar con crisis y recesión económica pero tampoco explican medidas eficaces que hagan frente a ese escenario. Se han agarrado a una cierta xenofobia de baja intensidad en el tema de la inmigración que les puede atraer ciertas simpatías pero le aleja de una gran parte de los votantes.
El PSOE exhibe la gestión de los últimos cuatro años con algunas potentes medidas sociales y capacidad para el diálogo. Pero oculta su indefinición y cambios de rumbo en aspectos de política territorial y exterior. Se dice que estamos preparados para la desaceleración económica pero no qué se va hacer en concreto. La campaña socialista se basa fundamentalmente en el mensaje de “votadnos a nosotros para que no gane el PP”. Probablemente funcione pero hay que exigir más de quien gobierna actualmente.
En general se echa de menos que alguien tenga un plan para la España del siglo XXI. Ya no sólo se trata de superar la actual situación económica. Hay que pensar en que nuestro país tiene que situarse ante retos de envergadura: Las ayudas de la UE van a disminuir sensiblemente en los próximos años; la industria y la construcción no van a ser las fuentes de empleo que fueron en el pasado; la educación ha de ser pensada como una inversión de futuro en capital humano y no un terreno de disputas absurdas por una hora más de esto y un hora menos de aquello; todo ello sin olvidar los retos del cambio climático y las implicaciones de la inmigración (que plantea problemas pero genera oportunidades).
Desgraciadamente, pienso que el cortoplacismo se impondrá a las miras de futuro y tendremos otros cuatro años de reyertas barriobajeras mientras los grandes problemas crecen y crecen.