La Boda Típica abarrota de turistas las calles de Candelario

Residencia Mamá Margarita, Béjar

Redacción i-bejar.com
Agosto 11, 2003

Una nueva edición de la Boda Típica de Candelario llegó a la villa para llenar las calles de turistas ávidos por conocer de cerca una de las tradiciones más jóvenes, recuperadas por las hermanas Vallejera, y que, de nuevo, pusieron en escena los miembros de la asociación cultural Cuesta de la Romana, acompañados por una gran cantidad de colaboradores, que se hacen imprescindibles con sus trajes de Candelaria y Choricero para el mantenimiento de esta costumbre en Candelario.


Benito Fernández, el presidente de la asociación cultural organizadora del evento, se mostró satisfecho por el gran número de participantes, portadores de los trajes típicos, un elemento sin el cual la boda sería imposible y que, este año, tras un lapso de tiempo sin celebrarse, han cobrado nuevos arrestos por potenciar la tradición, como demuestra el gran número de atuendos serranos presentes en la celebración.



TURISMO


Fernández recordó que Candelario es un pueblo que vive del turismo y que tradiciones como la Boda Típica, en la que también ha colaborado el consistorio candelariense, contribuyen a su promoción. El presidente del colectivo considera que gran parte del éxito mostrado con la gran afluencia de visitantes se debe también al esfuerzo promocional de la asociación y el Ayuntamiento, que difundieron el anuncio de boda por todas las oficinas de turismo de Castilla y León y de las comunidades vecinas, como Madrid o Extremadura, desde donde acuden una gran parte de los curiosos conocedores de la singular tradición, portando sus cámaras para llevarse un recuerdo.


Los miembros de la asociación cultural anunciaron que los esfuerzos de Cuesta de la Romana van a estar encaminados a asegurar la participación de colaboradores y así de nuevas ediciones.


La novia


Para mí ha sido la boda mejor que la de cualquier otro año. Ha habido mucha gente vestida, han participado en las canciones y en los bailes y se ha notado interés, quizá porque se ha aprendido, al no haberse celebrado el año pasado. Gente que nunca se ha vestido se ha animado este año también a vestirse.


La gente, muchas veces, se retrae por el calor, porque llevas un montón de manteos y terciopelo y mucha gente no se atreve por eso. Yo no lo he pasado demasiado mal. Bueno, un poquito de calor si, pero...


Yo nunca me había vestido. Me ha encantado. He sido presidenta de la asociación cultural y el último año que se celebró la boda me tocó organizarla, pero no me vestí de Candelaria. Participar, es la primera vez que participo vestida.


Estoy casada, pero no me casaría con este rito, que está muy bien para recordar la tradición.


No me ha sorprendido el gran número de personas que ha acudido a todos los actos y por todas las calles; no me ha sorprendido porque recuerdo haber visto tanta gente todos los años que se ha celebrado y el público también ha respondido en esta ocasión muy bien.


Un menú a base de sopa de pan y garbanzos


Cuenta la tradición que, terminada la ceremonia, todo el cortejo se dirigía a la casa donde se celebrará el banquete. Una vez allí, el novio y el padrino saludan a todos quitándose el sombrero, gesto que marcaba el inicio del convite consistente en vino y perrunillas para todos. Era este el momento en que las mujeres cambiaban la mantilla de ir a la iglesia por el serenero, el lazo, la faltriquera y la cinta del mozo para acudir al banquete.


Se comenzaba por una sopa de pan y huevo, para seguir con la carne guisada, garbanzos, chorizo, y demás componentes del cocido.


Después de comer se realizaba el tálamo. En él se ofrecían objetos y enseres del ajuar. Se acompañaba de una nota indicando si era para el novio o para la novia. Acabado el tálamo, había un baile de tamboril que tenía lugar en el Casino o Las Eras.


El lunes de bodas se dedicaba a recoger y repartir los enseres traídos el sábado.


Desde la pedida hasta los anillos nupciales


La celebración comienza con la tradicional pedida de la novia: Los familiares del novio y éste acudían a casa de la novia. De casa del novio salía la comitiva a casa de los padrinos. De aquí padres y padrinos vuelven a por la novia. A su puerta se canta para que ésta saliera, y así lo hace tras un tiempo prudencial de espera. Finalmente se dirigen todos a la iglesia, el novio del brazo de la madrina y, la novia, del brazo del padrino.


A la entrada de la iglesia un mozo llamaba a la puerta. Aquí los recibe el sacerdote con un monaguillo. Es en el pórtico donde se celebraba el ritual canónico del matrimonio e imposición de anillos. Finalmente un mozo del novio, junto a una moza de la novia, cubren a los novios con las velambres, mientras éstos sostenían una vela encendida.


Terminada la ceremonia, todo el cortejo se dirigía a la casa, donde se celebrará el banquete, en la Plaza Vieja. A continuación habrá un baile de tamboril y un grupo tradicional.


Cuenta la tradición que el lunes de bodas se dedicaba a recoger y repartir los enseres traídos el sábado. Para los más allegados había una comida a base de calderillo. Pocas veces se casaban con forasteros. Si esto ocurría , los mozos exigían al forastero un tributo por llevarse una moza del pueblo, llamado pijardo , la cuantía dependía de las cualidades y posición económica de la novia. El negarse a pagarlo traía consigo bromas no exentas de brutalidad. La boda es ficticia por lo que el sacerdote durante la ceremonia se salta algunas de las partes de las nupcias.


Reportaje y Fotos: Santiago Nieto