¿Existió el hundimiento?

Residencia Mamá Margarita, Béjar

Redacción i-bejar.com
Diciembre 16, 2007

En la mañana del 30 abril de 1945, cuando los rusos ya estaban a metros del bunker en la cancillería, corazón y último estertor del III Reich, Hitler llamó a Bormann y después a Otto Gunsche, su ayudante personal. Les dijo que su esposa y él se suicidaría

La Voz de Salamanca (Daniel Molina) / En la mañana del 30 abril de 1945, cuando los rusos ya estaban a metros del bunker en la cancillería, corazón y último estertor del III Reich, Hitler llamó a Bormann y después a Otto Gunsche, su ayudante personal. Les dijo que su esposa y él se suicidarían aquella tarde y les ordenó la ingrata tarea de rematarlos en caso de que aún estuvieran con vida. Pidió expresamente que los cuerpos fueran quemados para evitar que su cadáver fuera sometido al escarnio público en Londres o New York."No quiero terminar en un museo de cera", repetía en sus últimos días acaso afectado por el triste final de Mussolini. Poco después del mediodía Hitler y Eva Braun se suicidaron con una cápsula de cianuro. Al parecer Hitler tuvo el tiempo suficiente para pegarse un tiro en la sien con su pesada Walther de 7.65 milímetros. Luego su ayudante llevó los cuerpos hasta el jardín de la cancillería, los roció con gasolina y les prendió fuego. Hasta aquí la versión mas aceptada de la muerte de Hitler y de Eva Braun, narrada quirúrgicamente en la película “El hundimiento”, en el que además de la muerte del Fürer, se cuenta la situación física y psíquica, del hombre que llevó al pueblo alemán los más altos grados de degradación moral. Una idea que se desliza continuamente a lo largo de la película es el concepto de sumisión filial, o para ser más preciso “feudalismo moral”. Era tal el grado de identificación que Hitler tenía con su patria que difícilmente hubiese podido sobrevivir un día a la catástrofe de su amada Alemania. Hitler había sido un hombre de acción toda su vida y no hubiera soportado una vida plácida en el exilio. A esto hay que sumarle su pésimo estado de salud. A sus 56 años Hitler aparentaba ser un hombre de más de setenta, arrastraba los pies al caminar y por el Parkinson sufría temblores en ambas manos. Sus últimas fotografías lo muestran con el rostro sumido, los párpados hinchados y un pelo encanecido y ralo. En 1944 su médico personal envió unas radiografías de Hitler a un centro cardiológico de Berlín bajo un falso nombre para no influenciar el dictamen de los médicos. El resultado no podía ser más desalentador, los facultativos le otorgaban al paciente una esperanza de vida de dos años. El cóctel de medicamentos al que era sometido junto a la tensión propia que le generaba la guerra fueron minando su físico con una rapidez devastadora. Hitler en sus últimas fotografías, viejo y encorvado parece otra persona en relación a lo que era apenas cinco años antes. Su capacidad mental, en cambio, parece haberse mantenido intacta a juzgar por el testimonio de sus más íntimos colaboradores y secretarias.

A partir de esta última circunstancia, no fueron pocos, sin embargo, quienes manejaron la hipótesis de una supuesta fuga de Hitler hacia Sudamérica y , entre ellos, estaba la autorizada voz de Josif Stalin. El dictador soviético murió convencido de que Hitler se había escapado a Sudamérica de la misma forma en que lo habían hecho muchos otros jerarcas nazis. En mi opinión, hay numerosos indicios, que apuntan en esa línea, contradecir la versión oficialista de los nazis no resulta de este modo una frivolidad, sino simplemente una sospecha fundada. Apuntaré aquí de forma breve algunos datos: en primer lugar, el cadáver que encontraron los rusos al llegar a la cancillería y que en muchos manuales de historia aparece como el cadáver de Hitler, era en realidad el cuerpo de un doble que distaba mucho de parecerse a Hitler. Entre otras cosas, se comprobó que medía 10 centímetros menos que Hitler, sus orejas no guardaban relación e incluso los detalles de su vestimenta habían sido trascurados. El cadáver tenía medias rotas y gastadas, unos pantalones anchos y viejos que nada tenían que ver con la pulcra vestimenta de Hitler. Lo más curioso es que distaba mucho de ser un cadáver inicinerado pues su cara era fácilmente reconocible y resulta impensable que el eficiente ayudante de Hitler pudiera descuidar semejante detalle.

En 1952, Dwight D. Eisenhower dijo: “Nosotros no hemos podido sacar ni siquiera una pizca de evidencia tangible sobre la muerte de Hitler. Mucha gente cree que Hitler se escapó de Berlín”.

Cuando el Presidente de EE.UU. Truman le preguntó a José Stalin en la Conferencia de Potsdam en 1945, si Hitler estaba o no muerto, Stalin replicó: “No”.

El oficial mayor del ejército de Stalin, Mariscal Gregory Zhukov, cuyas tropas fueron las que ocuparon Berlín, afirmó después de una larga investigación en 1945: “Nosotros no hemos encontrado el cuerpo que pueda ser de Hitler”.

El jefe del consejo de EE.UU. de los juicios de Nuremberg, Thomas J. Dodd, dijo: “Nadie puede decir que él está muerto”.

El coronel W.J. Heimlich, ex-jefe de la inteligencia de EE.UU. en Berlín, que estuvo encargado en la investigación para determinar que había pasado con Hitler, dijo en su informe final: “No hay más evidencia que las habladurías para sostener la teoría del suicidio de Hitler”. — También afirmó que: “En base a la presente evidencia, ninguna empresa de seguros de Vida en Estados Unidos, pagaría la prima por Adolf Hilter”.

El juez del tribunal de Nuremberg, Michael Mussmann, dijo en su libro Diez Días Para Morir: “Rusia debe de aceptar toda la culpa, hasta el entendido que todavía existe, de que Hitler no murió en Abril de 1945”.

El ex-secretario de gobierno Jimmy Byrnes explica en su libro Hablando Francamente: durante la conferencia de los Cuatro Grandes en Potsdam, Stalin dejó su silla, se me acercó con su vaso de licor, la golpeteó con mi vaso, y muy amigablemente le dije: “Mariscal Stalin, ¿cuál es su teoría sobre la muerte de Hitler?”, y Stalin replicó: “él no está muerto. Él escapó hacia Argentina”.

Según el prestigioso escritor Patrick Burnside, Hitler sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, se evadió de Berlín en un avión jet y desde Noruega se embarcó con sus seguidores en un convoy de U-Boote viajando hasta la costa patagónica de la Argentina, donde, en la falda de los Andes, vivió tranquilo por casi 15 años. Sólo en la Argentina hubo cuatro testigos que afirmaron que se toparon con Hitler entre los años 1945 y 1957.

Los aliados permitieron que fuera el Ejército Rojo el que asediera y tomara finalmente Berlín. Una victoria completa hubiera significado la captura de Hitler, a quien Stalin quería vivo, como traidor del pacto de no-agresión que ambos firmaron en 1941. A un batallón especial de la Smersh se le ordenó tal captura pero cuando llegaron al búnker, sólo encontraron los cadáveres de Goebbels, su mujer Magda y sus seis hijos, todos envenenados con cianuro para evitar su captura por las tropas soviéticas. Los rusos alegaron haber descubierto, en su momento, varios cuerpos medio enterrados con las características de Hitler, los llamados “Doppelgänger” del Führer. Algunos creen que tenía varios de estos "dobles" y que uno de ellos fue el que murió en el famoso atentado explosivo en su contra en 1944, del que Hitler “sobrevivió milagrosamente”, según se dijo.

El número de la revista The Plain Truth de Junio de 1952 se titulaba “¡Hitler puede estar vivo!”. El artículo revelaba que en 1940 el Reich alemán comenzó a trasladar un ingente número de maquinaria al Polo Sur con el objeto de construir en un continente desconocido una estación secreta, un nuevo Berchtesgaden para el Führer. El informe continuaba explicando cómo los técnicos vaciaban un monte entero en la Antártida para construir un nuevo refugio completamente camuflado, en un continente más grande que Europa a 9.000 Km de África, 3.000 Km de la Tierra de Fuego en Sudamérica y 7.000 Km de Australia. La revista Bonjour y el parisino Le Monde tenían artículos sobre la huída de Hitler al cono Sur. El almirante Doenitz en 1943 declaraba: "La flota de submarinos habrá amarrado en algún punto del Polo, en algún punto paradisíaco". Aunque no decía dónde, Bonjour señalaba que en 1940 ingenieros nazis habían comenzado la construcción de edificios capaces de soportar temperaturas de 60 grados bajo cero.

Por otra parte, es cierto que los archivos sobre Hitler, que están en manos de los rusos, siguen clasificados y como uno de sus secretos mejor guardados, casi 60 años después. ¿Qué información no se puede desclasificar?. ¿Hitler proporcionaba armas a China y ésta a la URRS para la Guerra Fría a cambio de silencio? En el programa As it happens del 17 de septiembre de 1974 en la Televisión Canadiense, el Dr. Ryder Saguenay, cirujano dental de la UCLA, dijo que Hitler había ordenado un avión especial (posiblemente un Arado Ar-234) para abandonar Berlín con todos los registros médicos y dentales y radiografías de los más altos dirigentes nazis hacia un destino desconocido. De ahí que los registros dentales que se usaron para identificar el posible cadáver de Hitler se sacaran de la memoria de un asistente dental de Hitler que más tarde desaparecería.

Con la Glasnost en Rusia y al principio de los 90, los protagonistas de la Smersh que participaron en los enterramientos y desenterramientos de Hitler decidieron contar su secreto al mundo. Fueron conducidos de Rusia hasta Alemania y señalaron el punto exacto del último enterramiento del Führer. Pruebas realizadas con un radar terrestre localizaron dos objetos anómalos en el subsuelo, en el mismo sitio donde señalaron los ex-oficiales rusos, hoy un abandonado taller de coches. Las excavaciones que se llevaron a cabo tan sólo dieron con un hueso, y no parecía ser humano.

El editorial del diario Zig Zag del 16 de enero de 1948 de Santiago de Chile aporta nuevas evidencias. El 30 de abril de 1945, el capitán de aviación Peter Baumgart llevó en avión a Hitler, su esposa Eva Braun y unos cuantos leales del aeródromo de Tempelhof al de Tondern en Dinamarca. Desde allí tomaron otro avión hasta Kristiansund en Noruega, desde donde embarcaron en un convoy de submarinos hacia rumbo desconocido.

La existencia de planes de huída está clara con sólo tener en cuenta a una figura tan clave como desconocida de la Segunda Guerra Mundial: el General de la SS Heinrich Müller, jefe durante todo el tiempo de la Amt IV (Gestapo) y a quien por eso se conocía coloquialmente como Gestapo Müller. El o los planes que hubiera para una posible huída de Hitler seguro que estaban bajo su directo control, y hasta posiblemente diseñados por Gestapo Müller. Se sabe de él que estuvo en Berlín y que visitaba la Cancillería con regularidad hasta Marzo de 1945 cuando, como por arte de magia, desapareció de la faz de la Tierra y nunca jamás se volvió a saber de él. Él es, exceptuando al propio Hitler, el más alto jerarca del Nacional-Socialismo al que ni Weissman, ni la CIA, ni el Mossad, ni la KGB jamás echó el guante. Parece por tanto razonable pensar que Heinrich Müller y Adolf Hitler huyeron junto a un número indeterminado de fieles (como por ejemplo Eva Braun). La verdad, hoy ya da igual y desde luego lo que pasó no lo sabremos nunca. Sin embargo, la historia nunca es la que parece, y las películas auto-complacientes menos.

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