Los socialistas de Béjar honran la libertad en su 110 aniversario

Residencia Mamá Margarita, Béjar

Redacción i-bejar.com
Febrero 19, 2012

Los socialistas honraron a las víctimas de la Guerra Civil y a su fundador Emilio González Gosalves

Ofrenda floral de los Socialistas BejaranosHan pasado 110 años desde que los primeros socialistas se unieran en la agrupación socialista bejarana, ASB, para aunar esfuerzos en defensa de la clase trabajadora y en aras de fines de libertad. Ese fue uno de los conceptos recordados durante los actos de homenaje a los fundadores y la doble ofrenda floral.

Por una parte los socialistas honraron a las víctimas de la Guerra Civil, con una ofrenda en el monolito ubicado hace tres años junto al cementerio de Béjar. A continuación militantes y simpatizantes realizaron la tradicional ofrenda floral ante la tumba de Emilio González Gosalvez, primer presidente fundador de la ASB.

Jesús Caldera, en el exterior del cementerio, se mostró crítico con el sistema de justicia desde que el PP ostenta el poder, se refirió a al Condena al Juez Garzón, referente mundial, condenado por defender valores justos, del que dijo ser ejemplo para otros sistemas de justicia de otros países tras el trabajo realizado.

Ya frente a la tumba del fundador, el escritor Luis Felipe Comendador fue el encargado de realizar el discurso de la ofrenda. Dijo reservarse el más largo.

Discurso realizado por Luis Felipe Comenador durante la ofrenda floral

En memoria de quienes se unieron en los comienzos del siglo XX con el más honroso de los proyectos , el de agrupar a hombres y mujeres con una idea común de sociedad, en la que la justicia y el reparto de bienes fueran reales, se me ocurre recordar de forma muy breve, y como provocador de un examen de conciencia de todos y cada uno, algunas de las palabras que los fundadores de la Agrupación Socialista Bejarana dejaron en su interesante acta fundacional… veamos:

• En nuestro partido caben quienes aman la verdad.
• En nuestro partido caben quienes persiguen grandes ideales.
• En nuestro partido caben quienes estén dispuestos a sacrificarse por el
bien general.
• En nuestro partido no caben quienes lleven egoísmos personales.
• En nuestro partido no caben quienes tengan propósito de lucir.
• En nuestro partido no caben los populacheros y adoradores de píldoras.
• En nuestro partido caben obreros e intelectuales que deseen ser útiles a
la sociedad.
• En nuestro partido caben quienes sienten irritación por las
desigualdades sociales.
• En nuestro partido no caben los que quieren ser y no ser.
• En nuestro partido caben hombres y mujeres, pero no comparsas.

¿Hemos cumplido con esos mimbres, compañeros? Hagamos examen de conciencia
en su memoria y gritemos unidos un viva a la Agrupación Socialista
bejarana.

•••

¿Y si de pronto decidimos ser lo que no somos y dejamos de movernos en el plano de lo que poseemos, para hacerlo en el de lo que podríamos ser?

Somos infelices por frustración, infelices por lo circunstancial, infelices por el temor a perder lo que ya está perdido, infelices por no querer plantearnos nuevos propósitos de vida que hagan de ella un hermoso reto y no un aburrimiento... amigos, somos infelices por puro aburrimiento.

Anoche le daba vueltas en mi cama a la esperanza que hace unos días me manifestaba un amigo cercano, intentando adherirme a ella como a un clavo ardiendo, y por unos instantes fui capaz de enfocar el valor de la idea de ‘ser’ con desprecio de lo circunstancial, esa carpeta amalgamada repletita de acuerdos más o menos unánimes de los hombres contra los hombres... (impuestos –de todos los sentidos, no solo económicos–, obligaciones, culpas, dirigismos, horarios, caminos de dirección única –el orden de las autovías siempre me ha llevado a pensar en su subvalor de cárcel para los ciudadanos, en su eterno ‘por aquí’–, pagos, deudas...).

Pero los hombres no podemos quedarnos en ser solo el cúmulo de lo circunstancial y su adormecimiento, no podemos quedarnos en la conformidad de lo que hay por orden de otros más listos, en sus asertos morales, en sus decididas pautas de uso social, político y económico... porque es solo un acuerdo entre hombres, es solo un marcado percentil garrapiñado de intereses particulares que van directamente dirigidos al adormecimiento de todos y de cada uno.

Las normas son útiles cuando benefician a la mayoría, pero empiezan a resultar perniciosas cuando solo benefician a contados sectores del aparataje humano.

Visto el mundo del hombre así, y me atrevo a afirmar taxativamente que no me equivoco mucho en mi visión, el individuo tiene como obligación genética ‘vivir’ y como obligación intelectual ‘vivir mejor’. Y desde este planteamiento podríamos acordar sin demasiada discusión que ‘vivir’ consiste nítidamente en tener cubiertas varias necesidades capaces de conseguir que el cuerpo vaya acompañando a cada amanecida y que lo haga colmado de la vitalidad que propicia comer, respirar, no pasar frío o poder ir regularmente al baño... y también podríamos acordar –quizás con menos consenso– que ‘vivir mejor’ consistiría en poder disfrutar de ciertos beneficios venidos de la capacidad humana individual y colectiva –es aquí donde entran en juego el modelo de sociedad, sus usos, sus beneficios y sus abusos–. Pues bien, en este punto es en el que me he pasado nadando toda la noche sin dormir, sacando como conclusión reflexiva que entre el hombre sometido a la situación marcada y normalizada por el mentado hatillo de acuerdos unánimes y el hombre amortizado por el miedo y la frustración con imperante necesidad de salir de la espiral social/moral/económica... entre esos dos tipos de hombres –que casi siempre son el mismo individuo en una situación de dualidad–, debemos poner un modelo de hombre al que realmente teme el sistema: un hombre capaz de decidir su destino, saltándose los imperativos falsos de lo acordado para salirse de la ‘autovía’ en el punto que le apetezca (no se debe ir en dirección contraria por una dirección obligatoria sin poner en peligro tu vida y la de otros, pero sí se puede uno detener en la cuneta, salirse del coche, saltar al campo aledaño al camino marcado y tomar cualquier otra dirección... claro, el coche queda en la cuneta, sin servicio, sin más capacidad que la de avanzar en la dirección única... y ese coche representa las posesiones, el estatu y la forma de estar en la norma... si haces lo que marca la norma, vas rápido y cómodo, y siempre llegas hasta donde la norma, y quien la hace y mantiene, quiere que llegues... pero si decides prescindir de tu coche y tomar camino hacia donde te marque tu instinto, podrás ir por donde quieras y hasta donde te dé la gana, aunque la norma siempre te recuerda, intentando acobardarte, que lo harás caminando, cansándote y teniendo que solucionar problemas que ella te da por solucionados si la cumples.

Queda pues muy claro, por lo menos para mí, que la norma es sibilina con lo que te da para poder exprimirte mejor y para tenerte sojuzgado y adormecido... pero que, por suerte, existe la posibilidad real de tomar tus decisiones propias y salirte de la parte del sistema del hombre que no te interese, para tomar el mando de tu destino.

Me decía un amigo enfermo, no hace mucho, que el verdadero valor se suele encontrar en la enfermedad, porque te hace valorar como se merece el hecho importantísimo de poder ir a orinar cuando el cuerpo te lo pide... que poder hacerlo está muy por encima de poder pagar el último plazo de un crédito o de tener dos televisores en el salón de tu casa.

Así las cosas, y sin dormir, ya digo, llegué a la conclusión al amanecer de lo que ya sabía... de que la norma no será capaz jamás de borrarme la sonrisa, porque aunque sienta cada una de sus amenazas como puñaladas diarias ensañándose en mi cuerpo y en mi espíritu, siempre tendré en mis manos la posibilidad de sopesar mi situación y de poder tomar mis propias decisiones, siempre podré salirme de la limitada autovía para darme un ‘bureo’ por el campo aledaño hasta que decida volver a la dirección marcada o, simplemente, no volver... y así me afianzo en la idea constante de ‘los caminos paralelos’, en mantener un proyecto distinto de vida paralelo al que me obliga la norma, una vía de escape en la que sentirme ‘humano’ y no solo ese ‘hombre máquina’ con objetivos prediseñados y acuciado constantemente por el miedo a todos los castigos (morales, administrativos, económicos y sociales).

Hoy sé a ciencia cierta que soy parte de la norma y lo sufro de la forma más tremenda, pero también sé que soy el dueño de mi destino... mal que le pese a muchos…

Me gustaría que todos vosotros también lo supierais, pues esto también es parte del espíritu de los fundadores de la Agrupación Socialista Bejarana.

Un abrazo común y un decidido sigamos.