Mogarraz sorteó el cerdo de San Antón
La recaudación estará destinada a la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón ALCER.
El Número 212 fue el agraciado con el cerdo de San Antón de la localidad serrana de Mogarraz. La recaudación del sorteo de Antón, el cerdo que convive con turistas y vecinos del municipio, estará destinada a la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón ALCER. La tradición sirve en la localidad para contribuir a una buena causa.
Mogarraz cuida su patrimonio arquitectónico y cultural, su Folclore y sobre todo sus tradiciones. El Cerdo de San Antón es una tradición que desde la Alta Edad Media, convive en la localidad y que forma parte ya de su cultura.
Se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos, que estaban ciegos, en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara —así lo representa el pintor flamenco El Bosco, en la representación existente en el Museo de El Prado, titulado Las tentaciones de san Antonio, 1491—. Pero con el tiempo y por la idea de que el cerdo era un animal impuro se hizo costumbre de representarlo dominando la impureza y por esto le colocaban un cerdo domado a los pies, porque era vencedor de la impureza. Además, en la Edad Media para mantener los hospitales de peregrinos —y en Mogarraz hay uno en la calle del Hospital — soltaban los cerdos por las calles de los poblados, y para que la gente no se los apropiara los pusieron bajo el patrocinio del famoso san Antonio, por lo que corría su fama. En la teología el colocar los animales junto a la figura de un cristiano era decir que esa persona había entrado en la vida bienaventurada, esto es, en el cielo, puesto que dominaba la creación.
Esta tradición secular, otrora extendida por todo el orbe cristiano, ha perdurado en algunos pueblos de la Sierra de Francia, donde dicho animal vive en perfecta empatía con los vecinos, que lo alimentan, cuidan y protegen, hasta extremos incomprensibles para el visitante urbanita.