El Bosque de Béjar y su jardín romántico amenazado IV

La fuente que vino de Milán

Fig1- Fuente de El Paraguas, Bosque de Béjar

José Muñoz Domínguez

Marzo 21, 2022 - 08:45

La Fuente del Paraguas (fig. 1), destrozada en julio de 2016, también se encargó en París como la del Cisne, pero fue realizada en Milán. Su historia es tan interesante o más que la de nuestra entrega anterior y es fiel reflejo de otro episodio de éxito en el panorama del arte industrial del siglo XIX, cuando el gusto burgués se abastecía de productos de tema intrascendente o de tratamiento anecdótico, en este caso la tergiversación de un pasaje literario más antiguo: la trágica historia de Paul et Virginie, publicada en 1787 por Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre.

La historia de Paul et Virginie 

La novela de Saint-Pierre se ambienta en la paradisíaca Île de France, en el Océano Índico, hoy archipiélago de Muaricio, un lugar donde las utopías de Rousseau y la Ilustración podían plantearse con suficiente distancia en la plácida existencia de dos niños, Paul y Virginie, criados como hermanos a pesar de su diferente origen de clase. Transcurrida la infancia, llegaría el tiempo del amor entre ambos protagonistas y, con ello, la desaprobación social y familiar sobre aquellas relaciones, condenadas al único final posible en los tiempos pre-revolucionarios de su autor. 

La iconografía de Paul y Virginie bajo el paraguas evoca un pasaje de la etapa infantil de los protagonistas que fueinterpretado con más libertad que exactitud, pues en el textosólo se cuenta cómo los dos niños se vieron sorprendidos por una tormenta y la forma en que trataron de guarecerse con lo que pudieron; el narrador detalla que Virginie «sostenía a Paul del brazo, envuelto casi por completo en el mismo manto, ambos riéndose al cobijarse juntos bajo un paraguas de su invención» (1). Debido quizá a una mala traducción al inglés, el tema derivó en versiones gráficas y fotográficas en las que el término imaginario de la comparación se hacía presente como verdadero paraguas, según se aprecia en el doble retrato realizado por Julia Margaret Cameron en 1865(fig. 2) y en tarjetas postales posteriores, propiciando el juego acuático en su adaptación como fuente urbana o de jardín. Desde entonces esta posibilidad ha sido la más común, invariable durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, cuando diversos escultores ofrecieron las figuras de Paul y Virginie bajo el paraguas dentro de su repertorio artístico y comercial. De hecho, no son pocos los ejemplares de fuentes del mismo asunto repartidos por toda Europa y Estados Unidos, como ahora veremos. 

Entre los escultores que mejor trabajaron este tema se encuentra el milanés Andrea Boni (1815-1874), con un modelo muy difundido que se mantuvo en el catálogo de su fábrica de cerámica después del fallecimiento del autor (fig. 3). Las obras de Boni y su taller estaban realizadas en terracota y a su producción cabe adjudicar el ejemplar del Parque Genovés de Cádiz, conocido como Fuente de los Niños (donación de la familia Aramburu, figs. 4, 5 y 6) y elde El Bosque de Béjar (fig. 7), pero entre finales del sigloXIX y las primeras décadas del siglo XX ya se comercializaban réplicas en hierro o zinc, autorizadas o no, disponibles en los catálogos de fundiciones de Estados Unidos como E. T. Barnum Wire and Iron Works de Detroit o J. W. Fiske Iron Works de Nueva York (3); de la fundición de Barnum salieron los  , datado en 1887, y en el Janssen Park de Mena, Polk County, Arkansas, instalado en 1914 y restaurado en 1993 por el Smithsonian American Art Museum (figs. 8 y 9); de la fundición de Fiske proceden las piezas adquiridas por particulares que hemos localizado enWestfield, Massachusetts, y Maysville, Kentucky (figs. 10 y 11). A una u otra empresa habría que atribuir los ejemplares mencionados en el estudio histórico sobre la fuente gaditana(2), situados en el South Park de Peoria, Illinois, en el Garfield Park de Chicago (ambos de Barnum, fechados antes de 1908 y 1912, respectivamente, figs. 12 y 13) y otra localizada en Two Harbors, Minnesota, que perteneció al empresario Thomas Owens (sin duda de Fiske a juzgar por la pileta, fig. 14), así como una pieza similar cuya ubicación desconocemos (fig. 15), aunque seguramente se conserven muchas más. Los modelos de ambas fundiciones se encuentran en sus respectivos catálogos comerciales, de 1904y 1928, según mostramos en las figuras 16 y 17 (3). 

También fue un tema elegido por el escultor francés Jules Visseaux (1854-1934), con piezas semejantes conservadas en Francia y España, en algún caso obra de sus sucesores: el ejemplar del Jardín Botánico de Sedan, departamento de Ardennes, se documenta desde 1891, aunque se dio por desaparecido en 1996 y ha sido localizado de nuevo en Beaune en 2017 (fig. 18); el de la localidad de La Ferté-Bernard, Loira, en colección particular; el del jardín municipal de Paimpol, Bretaña, restaurado en 2005 por Jean Divry (fig. 19); y el de la Casa Lis de Salamanca, hoy en el colegio público Francisco Villar y Macías de la misma ciudad(figs. 20 y 21). De Visseaux se conserva una variante de las mismas figuras en el Pasaje Gutiérrez de Valladolid, pero conel paraguas sustituido por un gran reloj (4). 

Otras esculturas similares se localizan en puntos tan distantes como el Parque Pouchkine en Tchéliabinsk, con la fuente instalada en 1910 (fig. 22), y el Parque Stroukovski de Samara (fig. 23), ambos ejemplos en Rusia y de autor anónimo. 

Paul y Virginie entre Milán, Filadelfia y París 

El autor del grupo escultórico de El Bosque no ha sido identificado mediante documentos, aunque las semejanzas con las obras de Andrea Boni son muy precisas en cuanto al material en que fue realizada (terracota), el modelado de ropajes y cabellos, la edad y la pose de las figuras (con pequeñas diferencias en el tocado de Virginie, aquí ausente) y en un tratamiento de mayor calidad que se podría explicar por tratarse de una obra directa del escultor y no de su taller en Milán, el Stabilimento industriale di belle arti di Andrea Boni(5). Por todo ello cabe atribuir a este escultor y arquitecto las figuras de El Bosque, formando uno de aquellos «gruppi per getti d'acqua» que, junto a una gran diversidad de piezas artísticas y ornamentales de terracota, ofrecía en la publicidad de su negocio (fig. 24), siempre listas para el pedido del cliente a partir de los catálogos. 

Las obras creadas por Boni y su empresa seguían disponibles después de la muerte del escultor en 1874, como se demuestra en las referencias a su celebrada fuente en los catálogos y publicaciones periódicas sobre las exposiciones internacionales del Centenario en Filadelfia (1876) y Universal de París (1878), así como en tarjetas conmemorativas de ambos eventos (figs. 25 y 26). En la exposición de Filadelfia se la describe como una pieza que llamó la atención del público y de la crítica: 

Uno de los diseños de fuente más lindos del Centenario fue el que se muestra en nuestra ilustración de la página 408. Es un grupo de terracota, de entre tres y cuatro pies de alto, realizado por Andrea Boni de Milán. Nada podría ser más encantador que la pose de estos dos niños pequeños, acurrucados bajo el paraguas, por el que escurre el chorro de la fuente. El grupo no es sólo una excelente obra de arte, es una muy inteligente adaptación de una obra artística en sí misma a un determinado uso. Como grupo para césped, será extremadamente efectivo el rico color rojo de la terracota contrastando bellamente con el verde de la vegetación.(6) En el periódico oficial