El Bosque de Béjar y su jardín romántico amenazado IX
Consideraciones finales
José Muñoz Domínguez
Después de ocho entregas de este artículo, dedicadas a los diferentes aspectos de interés del jardín romántico de El Bosque, es el momento de recapitular y formular algunas conclusiones útiles de cara a su adecuada recuperación. Por lo que sabemos del proyecto elaborado para ello, todavía en el limbo administrativo, llama la atención el desconocimiento previo sobre el jardín en cuanto a documentación de archivo y otras fuentes primarias y en la datación y cronología de la obra, pero también los errores de interpretación y de valoración sobre la relevancia de algunos de sus componentes, para los que no se prevé otra cosa que ladesaparición. Además de estas amenazas, se plantea la construcción de una fuente de nueva obra, completamente inventada, en la que se reutilizaría el mascarón renacentista, entre otras alteraciones que detallaremos más adelante.
Con nuestro largo artículo hemos aportado lo suficiente como para cubrir estas graves carencias y, en consecuencia,para motivar la revisión del proyecto o incluso el desistimiento en su ejecución, ahora que todavía se está a tiempo de evitar un nuevo desastre promovido por la Administración Competente, pues este BIC-Jardín Histórico ya ha sufrido demasiados atentados estéticos desde 2008,infligidos por la acción de directores generales de Patrimonio como Enrique Saiz Martín y Gumersindo Bueno Benito, responsables de lo perpetrado en el entorno del estanque mayor, en el espacio al norte del palacete y en la terraza de la huerta, entre otros desafueros (figs. 1 a 5). Recordemos que todas estas lamentables intervenciones han sido duramente criticadas por expertos en jardines históricos y recientemente por ICOMOS: ¿va a perseverar en el error el órgano regional encargado de nuestros bienes culturales?, ¿va a seguir la misma senda destructiva el nuevo director general de Patrimonio, Juan Carlos Prieto Vielba?
Recapitulemos ahora sobre el interés patrimonial del jardín romántico dentro del conjunto de la villa de recreo, de su composición ecléctico-paisajista y de sus elementos singulares, así como del reconocimiento oficial del que hasido objeto.
1. Valor de los vestigios del jardín renacentista
Ya nos hemos referido a las estructuras y elementos del primitivo jardín de cuadros que se conservan todavía: elpropio aterrazamiento, establecido como un rectángulo de 250 x 200 pies castellanos, o 20 módulos de 50 pies de lado (69,5 x 55,6 m) y definido por dos muros de contención a este yoeste, en los que se sustentan las terrazas sucesivas (del jardín de cuadros a la Huerta de los Bojes), y otros dos de cerramiento lateral a norte y sur; la rampa de comunicación adosada al flanco norte; los tramos axiales de escaleras; la red de canalizaciones aéreas y subterráneas del sistema hidráulico más sus dispositivos de regulación asociados; las tres fuentes ornamentales con vestigios reconocibles (fuente circular, fuente oval y partes originales de la Fuente del Escudo) junto con los restos de otra posible fuente desmontada y el mascarón de la ría. A este elenco renacentista se puede añadir la fuente localizada en una vivienda de Béjar y restar las piezas postizas de la mencionada Fuente del Escudo, que en parte se podrán restituir a su primer emplazamiento.
Todas estas estructuras y elementos deberían ser objeto de estudio (planimetría, análisis morfológico y petrográfico, patologías, etc.), restaurados formal y funcionalmente yreintegrados a su lugar y uso originales, incluida la rampa de comunicación entre terrazas, en la que bastaría trasladar el invernadero a un lugar cercano, con la misma orientación solar, para dejarla expedita y transitable (fig. 6), de forma que propicie el paseo de los visitantes y el acarreo de aperos y plantas: es decir, en el mismo estado en que se encontraba desde 1567 hasta 1877-1878, cuando se agregó el invernadero(1).
2. Valor del jardín romántico en su trazado y especies
Una vez asegurada la recuperación de las partes antiguas de la terraza, la prioridad ha de ser la conservación del trazado ecléctico-paisajista del jardín, con sus características eras y senderos curvilíneos, perfectamente reconocible en otros ejemplares coetáneos que exhiben la variante más irregular, sin concesiones a las reglas de la simetría que se mostraban en su primer diseño de 1871, nunca realizado. Ante eventuales pérdidas o ausencias del trazado, se puede recurrir a ejemplos conocidos –y seguramente paseados por Rodríguez-Arias–, como los mencionados del Casino de la Reina en Lavapiés, la Quinta de Vista Alegre, el Jardín del Barranco en la Moncloa, el Real Jardín Botánico tras su renovación decimonónica, los Campos Elíseos de Madrid, el Jardín Botánico de la Concepción o el Jardín de Monforte, entre otros, ya sea en su estado hodierno o en la planimetría conservada, siguiendo el método común en toda Europa de recuperación de jardines históricos por documentación y analogía (2).
El tiempo transcurrido desde que se implantó en El Bosque su actual trazado, en torno a 1871-1874, ha provocado la pérdida de superficie en las eras de vegetación, rasuradas por el paso de visitantes e incluso disgregadas en eras menores de aspecto mezquino, como las situadas en el cuadrante sureste, entre la Fuente del Escudo y el centro de la terraza (fig. 7), que procederán, sin duda, de una o variaspiezas mayores con forma y dimensiones similares a las demás eras, pero alteradas por algún episodio traumático, seguramente la caída de un notable ejemplar arbóreo por ahora sin documentar (la parte más desarbolada del jardín se encuentra, precisamente, a pocos metros de esas piezas degradadas). Por tal motivo se impone una recuperación del trazado en la que las eras ganen terreno a los senderos y estos mantengan sus contornos paralelos (o bien concéntricos)hasta el punto de encuentro con otros inmediatos, según se confirma en jardines coetáneos y proponemos en el plano de la fig. 8, punto de partida para esa necesaria recuperación del diseño original, el implantado por Rodríguez-Arias, comoexacto hijo de su tiempo y de la mentalidad burguesa de su propietario, siguiendo modelos coetáneos de España y Europa que en buena parte han desaparecido: ¿también se ha de perder el único ejemplo ecléctico-paisajista de Béjar y uno de los pocos en nuestro país que conserva su trazado y especies genuinas? (3)
Además del respeto por los componentes originales del jardín renacentista y por el trazado de eras y senderos del siglo XIX, se debe preservar el ambiente umbrío, selvático, creado por el conjunto de ejemplares arbóreos, arbustivos y herbáceos presentes en el jardín actual, no sólo los individuos centenarios, exóticos o raros, sino también los autóctonos de cualquier edad, pues todos contribuyen a la riquezataxonómica de esta terraza y a su caracterización como espacio estéticamente diverso: diferentes tonalidades de verde en el follaje, distintos portes y desarrollos de copa, sombras espesas o ligeras, aspecto permanente o cambiante durante las estaciones según la especie, etc. Junto a esta diversidad cabe potenciar la presencia de enredaderas y añadir la nota cromática de las plantas de flor, perfectamente documentadas: macizos de hortensias en torno a la ría, nenúfares en las láminas de agua, rosales antiguos, lirios y azucenas, vincas y fresas, de acuerdo con lo conocido a través del registro de archivo y la tradición oral mas lo inventariado por López Blázquez en 2021, necesario para recuperar lo que otros jardines históricos conservan (figs. 9, 10 y 11).
3. Valor de los componentes singulares del jardín
Dentro de este marco vegetal umbrío, verde y diverso, se debe prestar especial atención a los elementos singulares que protagonizan sus rincones y encuentros: la ría artificial, las fuentes, todas las burlas o juegos de agua y el mobiliario de jardín.
Como hemos demostrado desde las primeras entregas de este artículo, estos elementos son comunes a otros jardines de la época, lo que vincula el caso bejarano a la estética de su tiempo, le confiere un carácter universal y, en consecuencia,lo avalora. Se trata de vínculos muy concretos, tanto de alcance nacional como internacional que deben ser tenidos en cuenta. Entre los primeros hay que recordar los modelos de rías y escollos presentes en los jardines madrileños que conoció el senador Rodríguez-Arias, en particular el de la Quinta de Vista Alegre (trazado de eras y senderos, disposición del extremo de la ría, presencia de columpios); entre los segundos, resulta de gran interés la procedencia de varias piezas artísticas y de mobiliario fabricadas en la fonderie francesa de Brousseval o el grupo escultórico enterracota realizado por el taller milanés de Andrea Boni, dentro del marco de las exposiciones universales celebradas en París.
El redactor del proyecto ignora estas relaciones y, sin mediar justificación alguna, se permite veleidades como cuestionar la función original del «estanque arriñonado o ría», lo que le lleva a decidir su «demolición de bordes y tapado completo», aprovechando el vacío para alojar un innecesario depósito de riego por bombeo; también suprime lo que denomina «pseudo-rocalla» en la cabecera de la misma ría, cuyo mascarón renacentista pretende desplazar hasta «la bajada al jardín» para integrarlo en una «fuente de boca» de nueva obra con su correspondiente «red de polietileno»; desmantela igualmente la «fuente rehundida circular», cuya «eliminación y retirada de las burlas» se ofrece como único objetivo; considera «dudosos» y «prescindibles» los cenadores metálicos, si bien propone la restauración de todos ellos, (en dos casos con posible reubicación) y dicta sentencia sobre la retirada del columpio; amenaza con introducir un ridículo «confinamiento de acero para algunos parterres», nuevas «gárgolas» para evacuación de aguas pluviales y la absurda reconstrucción de las caceras originales del sistema hidráulico, que dejarán de ser las genuinas para quedarfalsamente reconstruidas sobre una solera de hormigón, nuevo atentado contra la autenticidad del jardín para aumentar el gasto, arruinando de paso la primitiva nivelación que garantizaba el riego a manta (4). En su insaciable afán por dejar huella e hinchar el presupuesto, el arquitecto redactor insiste en los mismos errores que en obras previas perpetradas bajo su responsabilidad: añadir preinstalaciones para un futuro alumbrado y una «red de suministro para bombeo»desde el depósito de la ría que sólo perjudicarán la integridad y la autenticidad del jardín sin reportar beneficio alguno. ¿De verdad es esto lo único que son capaces de ofrecer los promotores del proyecto?, ¿de verdad es esto lo que han de aceptar los bejaranos?
4. Valor del jardín romántico en el conjunto de El Bosque: integración escénica en el trazado renacentista
El estado en el que El Bosque ha llegado hasta nuestros días es consecuencia de su historia secular, documentada desde mediados del siglo XV, es decir, de las aportaciones y transformaciones introducidas por una larga sucesión de propietarios y de algunas pérdidas sobrevenidas en medio milenio de existencia.
La etapa mejor representada es, sin duda, la que lo caracteriza como villa suburbana de recreo del Renacimiento, pero no faltan otras etapas de importancia, como el tardo-barroco de la Fuente de la Sábana (5) y, por supuesto, la estética ecléctico-paisajista del jardín que venimos estudiando. Además de esta sucesión de aportaciones hay que considerar las reparaciones históricas que han contribuido a la pervivencia de la propiedad o de algunos de sus componentes esenciales, como el dique del estanque, reforzado en 1638-1639, 1642, 1676 y 1758 (6). También conviene recordar lo que se ha perdido con los siglos: las dos terceras partes del palacete arruinadas en un probable incendio acaecido en algún momento entre 1593 y 1726 (7); las llamadas «huertas de arriba», desmanteladas para el terraplenado del estanque en 1662; las «calles de celosías» que atravesaban las mismas huertas, en perfecto uso hasta 1679, pero ya desaparecidas en 1715-1719, todavía con restos conservados en el Prado Alto a día de hoy; la «Calle Nueva» o «Calle del señor don Pedro», documentada desde 1715-1758, proyectada con alineaciones de sombra de negrillos y castaños «en hermoso maridaje»entre la escalera y la puerta de sus extremos, también desaparecidas; y el cenador original sobre la isla, documentado en 1726, con restos de su cimentación todavía in situ (8).
Lo más interesante de esta acumulación de aportaciones, transformaciones y sustracciones es que su resultado no es disonante, sino armónico, un conjunto bien integrado en el que piezas estilísticamente tan distintas como la Fuente de los Ocho Caños y la de la Sábana, distanciadas casi 130 años, compartan sin estridencias el mismo espacio, o que el jardín del siglo XIX evoque un paisaje leonardesco o un selvaticomediceo, incorporando de forma involuntaria, siglos después, el recuerdo del Renacimiento; ni siquiera resulta excesivamente ajeno al conjunto el templete o cenador de la isla, una obra neo-morisca fechada en 1896 que probablemente sea la pieza peor integrada (máxime desde que se pintaron sus herrajes de un espantoso azul piscina), aunque ya asumida en la iconografía del lugar. Precisamente por sus mayores posibilidades de integración se echa en falta otro cenador decimonónico, retirado de la Huerta de los Bojes en 2009: por sus diseño dodecagonal cupulado y su cerramiento de celosías, era un componente próximo a la estética renacentista que debería ser recuperado y restituido a su emplazamiento original, en la transición de la terraza del estanque a la del jardín romántico. (fig. 12)
5. Valor patrimonial reconocido
Además del valor intrínseco del jardín, acreditado en los argumentos expuestos, es importante recordar los motivos que constan expresamente en el proceso que condujo a su declaración como parte de un BIC, iniciado con el informe del arquitecto Anselmo Arenillas Álvarez previo a la declaración de Jardín Artístico Nacional en 1946. Tras su visita al lugar en junio de 1943, Arenillas exponía las cualidades de El Bosque como villa de recreo renacentista, pero las completaba con el interés del jardín decimonónico:
Existe otra zona de parque, en plano inferior que tiene dos Welintognias (sic), varias coníferas, otro arbolado diverso, setos recortados de boj, túneles de enredaderas de flor etc. etc. componiendo, todo un jardín romántico de factura del siglo pasado, pero tampoco cuidado con espíritu conservador de sus artísticas cualidades. (9)
Nuestra investigación no sólo permite ratificar estas «artísticas cualidades» valoradas por Arenillas, sino que contribuye a acrecentar su interés gracias a los vínculos nacionales e internacionales descritos, de modo que la vigencia de aquel informe se mantiene y se amplía para todos y cada uno de los elementos que componían en ese año el jardín romántico bejarano. Gracias a la datación de todos ellos antes del período 1905-1913, aunque en su mayor parte introducidos entre 1871 y 1874, la protección legal efectiva que establece el decreto de declaración de 1946, así como las modificaciones normativas posteriores, han de entenderse referidas a tales componentes, perfectamente documentados, y no sujetas al capricho de un arquitecto que desconoce casi todo acerca de este jardín.
El Bosque de Béjar fue declarado Jardín Artístico por Decreto de 11 de enero de 1946, un nivel de protección que fue ratificado con la aprobación de la legislación vigente de rango nacional (Ley del Patrimonio Histórico Español, LPHE, de 1985) al incorporar los bienes declarados con anterioridad a su promulgación bajo la nueva denominación de Bienes de Interés Cultural (BIC) en la categoría correspondiente (Jardín Histórico), por efecto de su disposición adicional segunda. También se mantiene esta protección y categoría con la legislación de rango regional (Ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León, LPCCyL, de 2002) al asumir todos los BIC legitimados por la ley nacional.
Por tanto, los valores reconocidos en el decreto de declaración de 1946 son los que deben ser respetados y preservados, independientemente de que este BIC contenga otras cualidades genéricas o comunes al conjunto de jardines históricos españoles. Los valores expresamente reconocidos en ese decreto no sólo atañen a su interés como villa de recreo y «jalón singular de la historia del Renacimiento en España», sino que también incluyen una referencia indubitable a «un bello jardín romántico e interesantes arboledas», todavía conservados. En definitiva, se toman en consideración tanto los valores históricos y tipológicos de su origen renacentista como la aportación decimonónica, el jardín romántico condiseño ecléctico-paisajista incluido su arbolado, setos y enredaderas, sus piezas de fontanería, burlas y juegos de aguay su mobiliario de hierro y madera.
La legislación que amparaba la declaración de 1946 (la Ley del Tesoro Artístico Nacional de 1933) fue derogada y sustituida por la actual, que se fundamenta en principios de intervención diferentes, basados en la Carta de Florencia(1981) en lo relativo a la conservación de los jardines históricos: para este y otros tipos de bienes inmuebles se propugna la conservación de las diferentes aportaciones de cada época sin tomar preferencia por ninguna, salvo excepciones bien justificadas.
Así, en el artículo 39.3 de la vigente LPHE se establece lo siguiente en relación con la restauración de los jardines históricos:
Las restauraciones de los bienes a que se refiere el presente artículo [bienes muebles e inmuebles, incluidos los jardines] respetarán las aportaciones de todas las épocas existentes. La eliminación de alguna de ellas sólo se autorizará con carácter excepcional y siempre que los elementos que traten de suprimirse supongan una evidente degradación del bien y su eliminación fuere necesaria para permitir una mejor interpretación histórica del mismo. Las partes suprimidas quedarán debidamente documentadas.
Los mismos criterios se siguen en el artículo 38 c de la LPCCyL:
Se conservarán las características volumétricas y espaciales definidoras del inmueble, así como las aportaciones de distintas épocas. En caso de que excepcionalmente se autorice alguna supresión, ésta quedará debidamente documentada.
Además de lo contenido en la legislación vigente, las intervenciones en este BIC-Jardín Histórico deben atenerse a lo dispuesto en el Plan Director de El Bosque de Béjar y su Entorno (PD, 2001), específicamente redactado y costeado con fondos públicos para promover su recuperación. En este documento se establecen consideraciones y decisiones nada claras, por contradictorias, que exponemos seguidamente.
Después de ofrecer un resumen histórico poco riguroso, documentalmente incompleto y con errores de apreciación (PD, vol. I, p. 40 y ss.), se insiste en la idea de que el jardín romántico actual se presenta «Sin una distribución homogénea ni desarrollando formas, o perspectivas. La colocación en el espacio es al azar» (PD, vol. III, parte 2ª, p. 79), características que precisamente son las propias de este tipo de jardines ecléctico-paisajistas del siglo XIX, lo que demuestra el escaso conocimiento de sus redactores sobre el tema.
También se indica la necesidad de abordar un «estudio de viabilidad» a partir de la investigación histórica y arqueológica para «establecer los criterios de diseño de los parterres (sic), setos, caminos y ejes principales del jardín formal (sic)» (PD, vol. V, p. 69 y ss.). A día de hoy, transcurridos más de veinte años desde la redacción del Plan Director, todavía no se ha elaborado tal estudio de viabilidad y, sin embargo, se pretende ejecutar en el jardín romántico, con carácter inmediato, un proyecto de restauración.
A pesar de que el jardín actual se valora como un espacio con «encanto» gracias a la presencia de «las grandes coníferas, las fuentes y muros cubiertos de musgos o el salpicar de algunas flores» (PD, vol. V, p. 75), se considera necesario reimplantar en él un nuevo trazado, pero extrañamente similar al conservado: «El diseño que se elabore para los parterres (sic), caminos, setos, etc., del jardín formal (sic) no debería alejarse de los diseños que ha tenido durante los últimos 100 años», buscando «ejes y perspectivas (sic) que liberen el espacio y creen un entorno más equilibrado» (PD, vol. V, p. 81), lo que no deja de ser un contrasentido cuando se trata de recuperar un jardín romántico del siglo XIX, carente de tales ejes y perspectivas por su propia naturaleza irregular.
De los 60 ejemplares arbóreos identificados en este jardín romántico, correspondientes a 16 especies distintas, tan sólo se mencionan dos que daban ser talados: el cedro del Líbano muerto (en realidad un cedro atlántico ya retirado en 2018, nº 19 del inventario), y el sauce blanco identificado con el nº 38 (PD, vol. V, p. 79). En ambos casos se trata –o se trataba– de ejemplares potencialmente peligrosos para la seguridad de las personas (cedro) o de las estructuras de fábrica (sauce). Otros dos ejemplares centenarios desaparecieron en el mismo año en que fue aprobado el Plan Director (2001), ambos valiosos por su edad, especie y porte: los mencionados pícea y pinsapo que cayeron por un fuerte temporal en diciembre de aquel año. Por tanto, se considera necesario mantener todos los demás ejemplares arbóreos, 56 en total, cuyo valor se ha incrementado en el parámetro de edad al haber transcurridomás de veinte años desde que se redactó el Plan Director: ¿por qué se pretende ahora talar más árboles? La eventual eliminación de ejemplares se compensa con la «posibilidad de replantar en su lugar otro ejemplar de las mismas características suficientes de tamaño, porte y estado fitosanitario que mantenga el recuerdo y la forma del antiguo jardín» (PD, vol. V, p. 80), lo que requiere planificar el cultivo de ejemplares para reposición periódica «con portes y crecimientos que no rompan con la estructura del jardín» (PD, vol. V, p. 82). Por tanto, de nuevo se persigue perpetuar en el tiempo la composición y vegetación del jardín romántico conservado, aunque en otra parte se asegure lo contrario.
En cuanto a las especies no arbóreas, se pretende «limpiar y controlar el crecimiento de tapizantes actual, y redistribuir parterres (sic) y setos de una forma más ordenada (sic), según precisa un jardín de las características de El Bosque» (PD, vol. V, p. 101), nueva disparidad de criterios entre el mantenimiento de lo conservado y un pretendido rediseño ajustado a un supuesto orden de ejes y perspectivas que nunca existió en el jardín decimonónico.
También se menciona la eliminación de ciertos «objetos de bajo nivel artístico e histórico» que, salvo la ría, no se llegan a concretar, si bien se alude a la desaparición de cimentaciones de hormigón y de elementos metálicos (PD, vol. V, p. 103) y, por contra, se propugna la introducción de un nuevo sistema de riego –supuestamente más eficiente– y de un sistema de «iluminación artística» (PD, vol. V, p. 151)tan problemático e inconveniente como completamente prescindible.
Frente al reiterado criterio de mantener el jardín romántico actual con su arbolado y tapizantes (incluso mediando un rediseño tan desconcertante como innecesario), también se introducen ideas opuestas como objetivos declarados en el Plan: «Despejar elementos superfluos o sustituirlos [...] de modo que mantenga un estilo coherente con el resto del monumento», así como «Distribuir el terreno del jardín formal (sic) para recuperar las líneas básicas de su estructura clásica (sic)» (PD, vol. V, p. 103), y se propone incluso «la modificación de posición de alguna de las fuentes del jardín formal (sic) en función de su reestructuración general» (PD, vol. V, p. 174), es decir, se opta por la recuperación de su trazado renacentista original, a pesar de ser desconocido salvo por lo representado en la Vista de Ventura Lirios de 1727, a todas luces insuficiente: ¿qué es exactamente lo que se persigue, recrear un trazado del Renacimiento, mantener el trazado romántico, instaurar un nuevo diseño mixto, propiamente un pastiche?
La contradicción manifiesta entre ambos criterios de intervención sería motivo suficiente para poner en cuarentena el Plan Director y someterlo a una profunda revisión crítica (recordemos que es anterior a la LPCCyL), o bien para redactar un nuevo documento rector con mayores garantías. Entretanto, se impone seguir la opción más prudente y conservadora, que es la que establecen tanto la LPHE como la LPCCyL, mientras no se disponga de documentación histórica fehaciente para permitir otro tipo de intervenciones. En contra de tan razonable postura, en el proyecto presentado por la Junta de Castilla y León para el jardín romántico no se opta por el respeto a este espacio singular y a sus elementos constitutivos originales, sino que se admite la caprichosa alteración proyectada por un arquitecto cuyas pretensiones, según hemos demostrado a lo largo de este artículo, no sólo son absurdas e injustificadas, sino directamente contrarias a la Ley.
Todos los valores que hemos reseñado fueron reconocidos por el Estado desde junio de 1943, pero también por diferentes expertos en jardines históricos que se han mostrado muy críticos ante las recientes intervenciones promovidas por la Administración, siempre costeadas con fondos públicos. Destacamos aquí la nota publicada sobre El Bosque en la revista Historic Gardens, diciembre de 2021, con el título«Two ways to ruin a garden»:
When a garden of historic importance has ben allowed to fall into ruin, that is sad. It is doubly sad whn calls to save it are answered by a restoration plan which turns out to be insensitive, a-historical and damaging. That seems to be the case with El Bosque de Béjar, an unusual Renaissance garden created by the Zúñiga Dukes of Béjar in 1560s, lying some 72 km (45 miles) south of Salamanca. (10)
El lamento de Historic Gardens Review se refería a la inaceptable actuación perpetrada en la terraza de la huerta, pero es aplicable a intervenciones anteriores y, de llevarse a cabo, a las amenazas previstas en el proyecto para el jardín romántico, tan «insensible, ahistórico y dañino» como la perversa destrucción de la huerta, para vergüenza de los arquitectos que redactaron ambos proyectos y de la Administración promotora.
Quedan avisados los responsables técnicos y políticos de esta Administración pública, en particular el nuevo director general de Patrimonio de Castilla y León: la recuperación del BIC-Jardín Histórico El Bosque de Béjar, también su jardín romántico, ha de responder a los criterios de respeto por el pasado, por su historia y su evolución, lejos de las imposiciones de factura moderna o los cuestionables rediseños proyectados por arquitectos sin formación ni experiencia en esta delicada materia.
NOTAS
1. No se debe menospreciar la posibilidad de recuperar ese componente viario de la villa de recreo original, de interés prioritario respecto de las aportaciones del siglo XIX, tal como fue solicitado por el Grupo Cultural San Gil en 3 de abril de 2018 ante el Órgano Competente, sin respuesta alguna por parte de dicho Órgano.
2. Desde hace algunos años el Órgano Competente admite intervenciones de factura moderna en El Bosque, amparadas en un concepto de "falso histórico" que es inaplicable a la recuperación de los jardines históricos, de acuerdo con lo argumentado por expertos como Consuelo Martínez-Correcher y Carmen Toribio. Hasta 2017, el mismo Órgano admitía intervenciones elaboradas mediante documentación y analogía con jardines coetáneos, tal como se viene realizando en toda Europa desde hace décadas cuando no se cuenta con documentación gráfica original: sin esa práctica, ningún jardín histórico europeo se habría podido recuperar.
3. La ciudad de Béjar contaba con numerosos jardines privados, generalmente dispuestos en espacios libres de parcela, en buena parte aterrazados y anejos a los edificios que la burguesía local construyó en las décadas centrales del siglo XIX, principalmente en la acera sur de la prolongada Calle Mayor. A pesar de su interés y de formar parte del BIC-Conjunto Histórico, estos jardines han desaparecido casi por completo, así como las altas coníferas que se elevaban desde sus parterres. Esperamos poder dedicar un artículo monográfico a este conjunto jardinero ya perdido.
4. Recuperar un jardín histórico no supone restaurar sólo sus formas, sino rehabilitar enteramente sus usos y funciones y las prácticas de jardinería que lo hicieron posible, lo que afecta a las formas ancestrales de riego a manta o por inundación, de ahí la importancia de conservar y reparar el sistema hidráulico sin recomposiciones fraudulentas como las que se proponen en el proyecto encargado por la Junta de Castilla y León.
5. Acerca de esta fuente y otras iniciativas tardo-barrocas no conservadas, vid. Muñoz Domínguez, José, «La Fuentede! la Sábana y la etapa barroca de la villa El Bosque de Béjar», en VLC Arquitectura, vol. 5, nº 1, Universidad Politécnica de Valencia, Valencia, abril de 2018, pp. 95 a 125.
6. No incluimos las intervenciones recientes en el dique y otras partes del estanque, acometidas con discutible resultado por la Junta de Castilla y León en 2003, 2008 y 2014.
7. La notable diferencia entre el palacete documentado entre 1583-1593, resultado de dos fases de ampliación sucesivas, y el estado en que se encontraba en 1726, apenas diferente del actual, sólo se puede explicar por un siniestro violento, probablemente un incendio, algo que pudo haberse repetido poco antes de 1869; por el momento no ha sido posible documentar ninguno de estos episodios.
8. Acerca de estas pérdidas históricas se conserva documentación relevante en el Archivo Histórico Nacional (AHN), Sección Nobleza, Fondo Osuna.
9. Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (ARABASF), Expediente 280, 3/5, Informe sobre El Bosque redactado por Anselmo Arenillas, Madrid, junio de 1943.
10. Redacción, «Two ways to ruin a garden» («Dos formas de arruinar un jardín»), en Historic Gardens Review, nº 43, diciembre de 2021, p. 42. Nuestra traducción:
Cuando un jardín de importancia histórica se ha dejado arruinar, es triste. Es doblemente triste que las llamadas para salvarlo sean respondidas por un plan de restauración que resulta insensible, ahistórico y dañino. Ese parece ser el caso de El Bosque de Béjar, un inusual jardín renacentista creado por los Zúñiga, duques de Béjar, en la década de 1560, situado a unos 72 km (45 millas) al sur de Salamanca.
PIES DE FOTO
Fig. 1 y 2. Las miserables eras plantadas en el entorno del estanque a vista de drone y al nivel del suelo: diseño torpe,simple y asimétrico que ni siquiera se ajusta al ritmo marcado por los plintos del pretil, con inserción de materiales ahistóricos como el acero Corten y una vergonzosa falta de mantenimiento (foto aérea de Tomás Muñoz Domínguez, 28 de abril de 2018, y foto de José Muñoz Domínguez, 13 de mayo de 2017).
Fig. 3. La pretenciosa intervención ejecutada entre 2017 y 2019 en el espacio norte del palacete, a medio camino entre una escombrera, un almacén de chatarra y un jardinillo de bar de carretera, obra del arquitecto José Carlos Sanz Belloso (foto de Julián Mateos Lozano, otoño de 2020).
Figs. 4 y 5. La chatarra recién incrustada en la terraza de la huerta por capricho del arquitecto Valeriano Sierra Morillo, el último atentado ahistórico contra la integridad y la autenticidad de El Bosque (fotos de José Muñoz Domínguez, 14 de abril de 2022).
Fig. 6. Propuesta del Grupo Cultural San Gil para desplazar el invernadero y dejar expedita y transitable la rampa lateral de comunicación entre las terrazas (anexo gráfico de la solicitud presentada en 2018).
Fig. 7. Las eras del jardín romántico que más se apartan del diseño general decimonónico por su forma y sus reducidas dimensiones (foto de Tomás Muñoz Domínguez, 28 de abril de 2018).
Fig. 8. Propuesta de remodelación del jardín romántico (plano de José Muñoz Domínguez de 2022, en proceso de elaboración).
Fig. 9. Macizo de flor en el Jardín de Monforte en Valencia (imagen tomada de http://www.jdiezarnal.com/valencialosjardinesdemonforte.html).
Fig. 10. Macizo de flores en el jardín de la Quinta de Vista Alegre de Madrid tras la restauración realizada entre 2018 y 2021 (imagen tomada de https://www.traveler.es/articulos/finca-vista-alegre-jardines-palacios-carabanchel).
Fig. 11. Macizo de hortensias en torno a la Fuente del Paraguas de El Bosque: ninguno de estos elementos se conserva en la actualidad (foto de Jaime Pato publicada en la revista Blanco y Negro, 1969).
Fig. 12. Herrajes del cenador dodecagonal abandonados entre maquinaria pesada, tal como se encontraban durante las obras de reconstrucción del dique del estanque: fue la última vez que se pudieron ver sus restos, hoy en paradero desconocido (foto de Juan Félix Sánchez Sancho, agosto de 2009).