"Malentendido en El Bosque: Canteros, no pica-piedras..."
"Quiero que quede muy claro mi respeto (y el de la PDBB) hacia la profesión de cantero o de mampostero que ellos ejercen en El Bosque, aunque, por desgracia, ese buen oficio se aplique a un proyecto absurdo y muy perjudicial para la adecuada recuperación de este BIC-Jardín Histórico"
José Muñoz Domínguez - Plataforma para la Defensa de El Bosque de Béjar/ El pasado miércoles 1 de agosto, antes de iniciar la visita didáctica programada por el Grupo Cultural San Gil, se dirigieron a mi los canteros que realizan la obra en el espacio norte del palacete, muy enfadados por la expresión que se utilizó en el reciente artículo de protesta de la Plataforma para la Defensa de El Bosque de Béjar. Según me decían, se habían sentido agraviados por la palabra «picapiedra» al considerar que iba dirigida a ellos, y reclamaban mayor respeto para su profesión, la de cantero. Traté de hacerles ver que en ningún momento habíamos utilizado esa expresión contra los trabajadores, sino exclusivamente contra el aspecto de la obra en proceso de ejecución y contra quienes la han promovido, diseñado y autorizado, pero nunca contra quienes cumplen con su contrato laboral ejecutándola.
Pasado el calor de la discusión inicial, me pidieron una aclaración por escrito en los medios y, como redactor de la nota de la PDBB en la que tuvo origen el malentendido, cumplo con mi palabra en esta nueva nota. Quiero que quede muy claro mi respeto (y el de la PDBB) hacia la profesión de cantero o de mampostero que ellos ejercen en El Bosque, aunque, por desgracia, ese buen oficio se aplique a un proyecto absurdo y muy perjudicial para la adecuada recuperación de este BIC-Jardín Histórico, tanto que la obra habrá de ser demolida cuando el Ayuntamiento y la Junta entren en razón y se avengan a cumplir sus obligaciones legales en la correcta recuperación de este Jardín Histórico.
En esa conversación del miércoles comparé su labor con la de tantos canteros que dejaron admirable muestra del oficio en obras coetáneas de El Bosque, como la muy celebrada de El Escorial: ellos habrían realizado el mismo buen trabajo allí, en aquel lejano siglo XVI, pero al servicio de un magnífico proyecto constructivo y no de la frikada imperdonable del arquitecto que nos ha tocado en suerte (en mala suerte).
Precisamente como homenaje y memoria de los buenos canteros que dejaron su huella en El Bosque de Béjar entre 1577 y 1583, me apetece traer aquí sus nombres y obras documentados, ya fueran maestros, oficiales o peones: entre los primeros están Rodrigo Alonso, maestro de cantería de Plasencia que tomó a destajo la ampliación del palacete en 1583 y poco después la fuente de la Heredad de los Picozos (segunda villa de recreo de los duques en Béjar), y Pedro Romero, maestro local de cantería y albañilería que ya había trabajado en las obras de 1577 y tomó a destajo la plaza nueva o rotonda en 1583 (también trabajó en las caballerizas del Palacio Ducal, en su «pedrera y mirador» y en Los Picozos); entre los oficiales aparecen Mateo Hernández, Diego Hernández, Juan Hernández, Juan Pérez, Francisco Beetes (así consta su apellido en un documento de 1583), Pedro López, Francisco Moreno y Hernán González; en el oficio de «quebrador de piedra» constan Gerónimo de Çúniga, Antonio Nieto y Juan Marín; y entre los numerosos peones se leen los nombres de Cristóbal Sánchez, Toribio Boon, Juan Boon, Diego de Orbina (¿Urbina?), Diego Sánchez, Alonso Sánchez, Juan de Madrid, Francisco de Madrid, Melchor Gutiérrez, Domingo Martín, Juan Martín, Juan Téllez, un tal Bernabé, Pedro Sánchez, Alonso Rodríguez, un tal Marcos, Gaspar Sánchez, Diego García, Juan Muñoz, Alonso Galeano, Bartolomé Martín y Alonso Muñoz. En total, 35 personas dedicadas a obras de cantería y mampostería que se ocuparon de sacar adelante tres destajos diferentes y en parte sucesivos.
Como curiosidad, en los destajos de 1583 se pagaba a cada oficial «dos reales y una azumbre de vino que vale veinte y quatro maravedís cada día; dásele esta azumbre de vino demás de los dos reales porque duerme en El Bosque e se levanta en siendo de día e trabaja hasta que hay estrellas en el cielo».
Junto a estos profesionales de la cantería trabajaban maestros, oficiales y peones de albañilería, carpintería, calería, fontanería y cerrajería, además de carreteros de Valdesangil, Sorihuela y Santibáñez que traían madera del monte o piedra sin labrar de las canteras. Gracias al buen hacer de estos profesionales, pero, sobre todo, al desconocido arquitecto que ideó el proyecto y a su promotor en 1566-1567, Francisco de Zúñiga, tenemos en Béjar la única villa de recreo completa que queda en España. Lástima que el mismo esfuerzo y oficio de entonces, el de la buena cantería de nuestra zona, tenga que estar al servicio de un mal proyecto de supuesta restauración.
Por mi parte queda aclarado el malentendido. Invito a los canteros actuales y a sus familias a seguir la visita que ofrecemos desde el Grupo Cultural San Gil cada miércoles a partir de las 11,30 horas: prometo detenerme especialmente en las diferentes fases de obra realizadas por sus colegas del siglo XVI en nuestra villa de recreo.
Artículo de opinión de José Muñoz Domínguez y Plataforma para la Defensa de El Bosque de Béjar