Candelario

Candelario es uno de esos típicos pueblos de montaña que conserva el encanto y la particularidades que le hacen diferente a otros lugares similares. Los viajeros pueden disfrutar de la arquitectura típica de sus calles y edificios, con varios siglos a sus espaldas. Muchas de estas construcciones aun conservan su estructura original, con tres niveles; en la antigüedad el último de los pisos se destinaba al desván, en el que, con el humo de la madera de castaño, se curaba la matanza.

Otra de las singularidades de la villa son las batipuertas, existentes en la entrada de casi todas las viviendas. Sobre su origen existen varas teorías: la de evitar la entrada de la nieve en las casas, al tratarse de un pueblo de montaña, o la que indica que por tratarse de un pueblo chacinero, las batipuertas permitían la entrada de la luz para trabajar pero no la de los animales a la caza de las viandas.

Otro de los atractivos singulares de la localidad son las recientes tradiciones en la que participa casi todo el pueblo: las escenificaciones del nacimiento de Jesús, así como la de su pasión, y la celebración de la boda típica. La Cuesta de la Romana se convierte en el escenario natural por excelencia de la puesta en escena de estas tradiciones.

El máximo atractivo de la villa es sin duda la proximidad de la sierra y de la nieve; en busca de ésta y de sus paisajes nevados llegan cada invierno miles de visitantes de Madrid y de la cercana Extremadura.

Cuenta Cristina Grützman, en una pequeña publicación sobre Candelario, que de la villa se pueden contar dos historias sobre sus orígenes. Una, la del gran número de civilizaciones que pasaron por la región y otra la del verdadero origen de sus gentes. Algunas teorías hablan de un asentamiento celta como verdadero principio de la población, como demuestra la aparición de piezas de granito, como la del famoso Jano, deidad etrusca adoptada por roma y extendida por todo el imperio. La figura podría ser el extremo de una maza que servía para extraer estaño de una antigua mina existente en la zona. Otra posibilidad poco a nada demostrada es la de que Candelario constituyera uno de los refugios del caudillo Viriato.

La historia ha estado estrechamente vinculada a la de Béjar, de tal manera que se reconoce como participe en la fundación de la villa al asturiano Pelay Fernández que tomo parte en la repoblación de Béjar. El primer asentamiento de la población lleva el nombre de Barrio Somero, a las afueras del actual enclave. La hoy floreciente industria chacinera pudo tener su origen en la evolución al cuidado del ganado porcino propiciada por el enclave natural, menos agradecido con el, entonces en boga, ganado ovino y la necesidad de mantener un sustento familiar, aunque poco después pasase a ser toda una actividad económica y la teoría más extendida sea la de los pastores como fundadores de Candelario.

El primer tercio del siglo XX fue nefasto para la industria chacinera que casi llegó a desaparecer lo que hizo depender a la población de las fábricas bejaranas y de una agricultura y ganadería poco productivas.

En la actualidad, la explotación del magnífico entorno constituye una de las principales actividades económicas enfocada a satisfacer las necesidades del turismo de los miles de visitantes que candelario recibe cada año.

La característica que marca la diferencia son sus gentes que, sabedoras del potencial y el atractivo de su localidad, participan de las tradiciones y de las fiestas para hacer más agradable la estancia sus visitantes.

Información General:
Nº Habitantes (Aprox): 989
Superficie: 60,2 Km2
Altitud: 1126 m
Tlfno Ayuntamiento: 923 413 011