¡Que vienen las elecciones!
No deja de ser gracioso (a la vez que hiriente), ver bajar por la Rambla un autobús con un cartel enorme que reza "Respectaran Catalunya" sobre el perfil horrible de Duran i Lleida, todo ello imbuído en un color morado-semana santa que parece más bien que
La Voz de Salamanca (C. Serrano) / No deja de ser gracioso (a la vez que hiriente), ver bajar por la Rambla un autobús con un cartel enorme que reza "Respectaran Catalunya" sobre el perfil horrible de Duran i Lleida, todo ello imbuído en un color morado-semana santa que parece más bien que estamos festejando una estación más del calvario de Nuestro Señor en lugar de la campaña electoral. Pero lo más divertido es ver pasar inmediatamente otro autobús con Joaquín Cortés en pose gitana o el logo de Gallina Blanca en lugar de la cabeza de señor Duran, lo cual me lleva a pensar seriamente que la política se está convirtiendo, si no lo es ya, en algo parecido a lo que consiguió Warhol con el arte gracias a los botes de tomate Campbell: un producto de mercado.
Y sentado en un banco dejo pasar éste y los demás autobuses, pero con la irritante realidad hormigueando bajo el asiento, intuir que nuevamente esa y otras cabezas más horribles aún conducirán a este caballo desbocado que es España, durante otros 4 años (para regocijo de los pasajeros del autobús, todos ellos con cara de sopa de tomate), tomando con las manos el alambre del tiempo y quebrando su linealidad con una espiral en la que, de algún modo u otro, se repitirán los mismos errores, los mismos discursos, las mismas desgracias…
Y uno no sabe realmente qué cojones hacer, si camuflarse tras un "Qué" o un "Metro" y viajar con la masa, abandonándose a las mañanas soleadas de chocolate con croissant, babelia y paseo por la playa o perderse en una comunidad indígena andina que no sepa qué es la civilización y, ni mucho menos, que aparente serlo.
